
El Fiat Grande Punto es utilitario
bien conocido del mercado y de éxito en Europa, aunque en España lo
sea limitado, con grandes atributos dinámicos, como ya lo tiene
probado en competición, un gen que ha servido para dar forma al
fabricante italiano a uno de las primeras ofertas de una marca
renacida, Abarth, que tiene al escorpión como seña de identidad.
En este caso puede decirse que el Grande Punto ha recibido la
picadura del escorpión de Abarth, potencia vitaminada o veneno
racing, porque ha servido, junto con su equivalente 500 para dotar a
la marca sus dos primeros modelos de relanzamiento. El renacimiento
consiste en reeditar, desde una óptica moderna, todas las
actividades que Abarth desarrollaba en el pasado, desde la
competición a los prototipos y a los kit de transformación y
accesorios de moda. La declaración de intenciones de Fiat es que
Abarth actúe en el ámbito de las carreras, de los trofeos monomarca,
y de los vehículos especialmente preparados para clientes privados,
y también en el tuning o personalización y una amplia actividad de
"licensing y merchandising". Este
es el espíritu del vistoso Grande Punto, en el límite de la
estridencia estética, porque está a un paso del abuso de aditamentos
que comprometen un uso del vehículo bajo criterios de discreción, un
principio opuesto a una máquina de la que es fácil obtener su lado
de carácter más fuerte. La fuerte personalidad es un ingrediente
representado por el escorpión de Carlos Abarth, creador de la marca
desde el mundo de la competición, allá por los años 50. Ante la
presencia de este Grande Punto cabe preguntarse sobre la oportunidad
de un modelo racing en este momento en el que se entrecruzan crisis,
velocidad e impacto ambiental. Su razón de ser está en un mercado en
el que existe una demanda real de este tipo de versiones con fuerte
temperamento. El segmento de los
utilitarios y compactos de altas prestaciones configuran un mercado
nutrido por una amplia relación de modelos y versiones que también
pueden reclasificarse en subsegmentos. En este caso, el Grande Punto
interpretado por Abarth, con sus 155 caballos de serie se sitúa en
una franja y con los 180 caballos alcanzados con el kit "esseesse"
se coloca en otra superior. La base
de este modelo es la misma que la del Fiat Grande Punto, con los
retoques de imagen y pulsión deportiva que no evitan que el público
más joven vuelva la mirada al paso cantarín del Abarth de la nueva
era. El símbolo de Fiat en frontal y trasera deja lugar al del
Abarth, con una simbología poco reconocida por el automovilista
común, que curiosea alrededor de los distintivos del coche. Por
cierto dos insignias colocadas en los laterales del coche dan un
toque diferente, además de constituir un goloso souvenir para los
amigos de lo ajeno. El Abarth
Grande Punto, disponible únicamente en colores de carrocería blanco,
negro y rojo, se distingue por un alerón trasero, adhesivos
laterales con el nombre de la marca, faros oscurecidos y llantas
especiales en las que domina el color negro, que dejan ver, en el
tren delantero, las pinzas Brembo que son el indicativo de una
frenada mejor. En el interior, nos encontramos con asientos
específicos, con buena sujeción lateral y en el respaldo bordado el
símbolo de Abarth, volante y pomo de la palanca de cambios en cuero,
costuras rojas y panel central pintado en blanco, aunque esta es una
opción, combinado con otros paneles de efecto de fibra de carbono.

Pero todo esto es puro estilo. El trabajo de calado está hecho en la
amortiguación y en la mecánica motriz, confiada a uno de los nuevos
y eficientes motores del grupo, el 1.4 turboalimentado de 155
caballos, ayudados por una cifra de par de 206 Newton por metro que
se elevan a 230 con sólo pulsar la tecla Sport en el salpicadero
para activar el dispositivo que la marca denomina "power boost", que
también modifica la asistencia de dirección. Bien en el momento de
la compra o en el transcurso del primer año, con un suplemento de
4.4500 se puede instalar el kit "esseesse", que sube la cifra de
potencia a 180 caballos, mejorando notablemente las prestaciones, y
añade algunos aditamentos estéticos para una diferenciación mejor.
Lo estético, con elementos como las llantas de 18 pulgadas, sin la
potenciación de motor, se denomina "assetto" y cuesta 2.000 euros.
El motor está engranado a una transmisión manual de seis velocidades
de manejo rápido, aunque con recorridos de palanca excesivamente
largos para tratarse de una versión de altas prestaciones. La
posición de conducción, a pesar de los asientos deportivos, sigue
siendo demasiado alta para una conducción deportiva.
En los trances deportivos es cuando aparecen las mejores cualidades
de este Abarth. El motor funciona mejor girando en la parte alta del
cuentavueltas. Las salidas de escape acompañan un bonito sonido que
en baja apenas se siente.Con el resto no hay problema, porque la
suspensión y el chasis digieren con naturalidad los esfuerzos de
cualquier tipo. La conducción de
ese Grande Punto no emociona especialmente, teniendo en cuenta que
en el mercado hay competidores, de desarrollo muy reciente que
superan en todo a este Abarth. Puede que con los 180 caballos y la
suspensión aún más retocada, el coche ofrezca mejores sensaciones de
conducción en los modos deportivos.Que no sea especial en sus
maneras no quiere decir que el coche no sea eficiente en lo que hace
ni que los márgenes para llegar a los límites sean muy amplios.
Generalmente tiene un comportamiento neutro e "in extremis" aparece
su condición de tracción delantera, es decir, subviradora.
El Abarth Grande Punto exhibe un precio interesante, quizá
excesivamente accesible, como el resto de los integrantes de su
segmentos, a conductores sin experiencia.
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