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Pruebas
Prueba del Dacia Duster 1.6 110 CV: ¿Más por menos?
El paradigma de la estrategia Dacia acaba de ser lanzado al mercado, un SUV con hechuras de todoterreno que lleva como banderín de enganche un precio de partida incontestable en este segmento de 11.900 euros para las versiones 4x2 y de 14.000 para las de tracción integral. ¿Hay quien dé menos?

 Ángel Alonso - Publicado el 18/mayo/10
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La rumana Dacia pide a voces un estudio a fondo entre esos gurús que analizan el mercado bajo el prisma dictatorial de la ciencia exacta y que cuando sus teorías los abandonan pretenden subsanar el error de cálculo con piruetas dialécticas.

Esta marca del grupo Renault es el referente más llamativo de una vacuna contra la crisis actual. Cuando todas las firmas capeaban el temporal del descenso de ventas, Dacia se aupaba sobre las demás con unas evoluciones al alza en ventas sorprendentes. El precio, sí, pero algo más.

A los responsables de Dacia no les gusta ese latiguillo de marca de coches baratos y se inclinan, y lo transmiten, por la fórmula de vehículos prácticos, pero eso sí, sin perder de vista esa filosofía económica con la que se han dado a conocer y han conquistado un referente de mercado no desdeñable.

El Dacia Duster, analizado como vehículo económico, no tiene mucho más que decir, simplemente hacer cuentas; pero, para los que ya han percibido su comportamiento en los dos ámbitos que se mueve, la tierra y el asfalto, las conclusiones de este modelo van mucho más allá del precio.

Hasta ahora, Dacia, con sus berlinas Logan y Sandero, no podía escapar a una filosofía mercantil en Europa Occidental asegurada sobre el segundo coche familiar, pues el ascendiente sobre la población inmigrante ha sido prácticamente nulo. Por eso, el Duster introduce una variante que no puede escapar: nace con vocación de coche principal y en un segmento con multitud de referencias.

El grupo Renault ha ejecutado con el Duster una arquitectura inequívocamente todoterreno. En sus 4,3 metros de longitud ha condensado unos trazos musculosos y poderosos en combinación con una habitabilidad digna de mención y unas aptitudes para el campo en los ángulo de entrada y salida, así como en la altura libre del suelo, plenamente fiables. El frontal se distingue por una parrilla, defensas y faros grandes y unas aletas anchas. El lateral subraya con algo de ostentación los pasos de rueda, aunque es más discreto en las protecciones de la carrocería y enmarca con acierto las traviesas sobre el techo, sin que desmerezcan unas llantas de 16 pulgadas, cuya forma y decoración varía en función del nivel de equipamiento elegido. La trasera es el campo de acción de un portón sólido y unos grupos ópticos que siguen los cánones actuales de distribución de luces.

El interior se puede pensar que va a estar muy mediatizado por el precio a pagar. No es un prodigio de lujo, pero, desde luego, no resta ningún elemento práctico y, aunque la visión de los plásticos invade el escenario, se percibe un más que aceptable grado de calidad y de remate. Incluso llama la atención la coquetería del cuentakilómetros y cuentarrevoluciones. Hay un acierto en la manejabilidad manual y visual de estos instrumentos que para nada inducen a pérdidas de tiempo y de atención durante la conducción, si bien los elevalunas eléctricos piden otra ubicación más accesible, aunque sea en esa consola central donde se han situado.

Para el conductor, se cuenta con lo esencial, y se parte de una posición muy elevada de la conducción, que facilita la panorámica adecuada para prever cualquier accidente sobre el terreno con las décimas de segundo necesarias para sortearlo. Los acompañantes se benefician de amplio espacio en longitud de filas y anchura de asientos para gozar de una reconocible comodidad.

Los detalles más cutres, por decirlo de alguna manera, están en el maletero, no en su capacidad, correcta, ni en su disposición, sin espacios muertos y angosturas, pero sí en cosas poco cuidadas como la bandeja que oculta los equipajes y otros pormenores de acabado.

Los condicionantes de la unidad probada vienen marcados por el, por ahora, único motor de gasolina de la gama, el 1.6 de 110 CV, cuya gran originalidad está en el descubrimiento de la solvencia con que mueve una masa algo más pesada de lo que se ha valorado hasta ahora en otros modelos de Renault. La opción de tracción delantera o 4x2 es otra característica para el análisis del coche.

Del motor, decir que responde bien, que facilita una conducción económica por una entrega de par desde muy abajo y que permite transiciones de marcha por debajo de las 2.000 revoluciones sin venirse abajo, lo que facilita un guiado del coche muy austero en cuanto a consumos. Un poco más de siete litros de gasto durante la prueba avala la afirmación.

Ello no es óbice para ofrecer el adecuado empuje que requieren maniobras más exigentes y rápidas como los adelantamientos, aunque a este respecto la acción tiene mejores garantías con la aguja del tacómetro en registros más altos, algo por encima de las 3.500 revoluciones. En resumen, es una elección, sin duda, acertada.

Lo dicho retrata un propulsor notable en prestaciones, pero baja la nota en refinamiento, pues la subida de vueltas transmite ruido en exceso al interior. Se percibe enseguida que los materiales de aislamiento acústico no son los mejores, pero ya ha quedado dicho que por ese precio no se puede pedir todo y este coche da bastante.

La caja de cambios, manual de cinco velocidades, genera el primer resquemor cuando se piensa en el mayor acierto que supondría la inclusión de una de seis que equipan las versiones más altas del ciclo diesel. Al poco de familiarizarse con el coche este detalle ha perdido importancia por lo bien escalonadas que están todas las relaciones, e incluso, la quinta, permite su concurso a regímenes de giro propios de los condicionantes de ahorro que se presumen en una sexta velocidad.

La versión 4x2 del Duster está más en la órbita de una berlina del segmento compacto con atribuciones para la rodadura por caminos de tierra. En asfalto, el coche se comporta de forma sorprendente y muy lineal. Responde con suma nobleza a las trazadas y no descompone casi nunca la regularidad de comportamiento de los trenes. No puede evitar una propensión a ruidos aerodinámicos, puede que por efecto de esos retrovisores muy grandes y salientes.

En tierra se puede pensar en un coche algo más blando que los modelos de la competencia ya instalados en el mercado. Nuevo error, pues la dimensión de sus capacidades off road lo facultan para una conducción en esta ámbito con hándicaps y dificultades que terminan sorprendiendo en positivo. A este buen hacer en las dimensiones off road se añade otro acierto pleno en otros dos factores fundamentales: la elección de los neumáticos y unas suspensiones equilibradas y lo suficientemente ajustadas en tarado, como para que la conducción se haga con un plus de confianza incontestable.

Por debajo en aceptación está una dirección algo retardada en funcionamiento, aunque bien compensada en resistencia y discretamente ajustada a los acompasamientos del volante. Los frenos responden bien, pero enseguida asumen algo de fatiga y de pérdida de efectividad.

El punto de partida del Dacia Duster con esta versión gasolina y de tracción integral simple, de la que dicen, copará tres de cada cuatro unidades vendidas, tiene una respuesta muy satisfactoria. En pruebas más exigentes, pero mucho más limitadas, con las versiones 4x4 se vislumbran también condiciones muy prometedoras. Y ese precio de 14.000 euros refuerza la apuesta. Un matiz: los bajos precios acotan mucho el equipamiento de serie, aunque en opción está casi todo lo necesario para disponer con plenas garantías del todoterreno que, aún así, presume de ser el más barato del mercado.

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