Ya tenemos titular para la prueba: Estimulación sensorial. |
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Cuando se han probado cientos de coches, es difícil dar con uno del que esperes cosas que te puedan sorprender. Cuando se plantea una prueba, sea tipo “contacto” durante unos minutos o alguna más en profundidad, normalmente ya tienes una idea preconcebida según la marca o tipo de vehículo que se trate. No es habitual que entre una nueva generación y la anterior exista una diferencia abismal, ni para bien ni para mal; ni tampoco que entre vehículos similares uno sea claramente mejor que otro.
Me explico. Si toca probar un compacto generalista, ya sabes más o menos lo que puedes esperar de él; lo mismo si se trata de un compacto Premium –descarto el tema marcas para no entrar en el pantanoso terreno de lo subjetivo-. Si vas a probar un monovolumen esperas que sea espacioso, si toca un TT que tenga un comportamiento “poco deseable” en curvas, en el caso de una berlina de representación que sea confortable… Además, será mejor o peor en determinadas cosas dependiendo de la marca que porte como emblema.
Y este lunes ha sido uno de esos días en los que, lo admito, he conducido un coche que es diferente a lo conocido. A los lectores más avanzados decirles que sí, efectivamente no he podido conducir algún que otro concepto similar al que ahora estoy probando, pero que es eso: un concepto. Éste que pruebo y al que el color blanco le siente como un guante, es real, se puede ir al concesionario a comprarlo ahora mismo.
Tenía buenas expectativas depositadas en él y la verdad es que, de momento, no defrauda. Todo lo contrario. Un gran deportivo, ¡sí señor!
Esta semana, más.
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