|
Este motor, con una potencia de 105 CV, presume de unas emisiones de CO2 limitadas a 119 g/km que le eximen del abono del Impuesto de Matriculación y, para ahondar en las ventajas ecológicas en materia de consumos se deja únicamente 5,3 litros en la homologación del fabricante que, luego, en el test más exigente de la prueba, se amplió a un poco más de 7,5 litros. En cualquier caso está bien, pero hay un sensible decalaje con el registro oficial.
Aún así, el Seat Ibiza ST no se conforma solo esta novedad de un motor gasolina muy competitivo en materia ecológica, ya que la otra gran innovación para la gama más popular de la marca española está en la tercera carrocería, la familiar, que se introduce en el modelo y con el añadido de una carrocería muy ligera que deja el peso del coche en orden de marcha en poco más de 1.100 kilogramos, un factor de influencia en sus óptimos condicionantes ecológicos.
Un primer punto a destacar del coche está en las dimensiones de esa carrocería: nada menos que 18 centímetros más que la versión de cinco puertas. Un alargamiento que, junto a su arquitectura, trastoca la visión deportiva del Ibiza hacia guiños más familiares y no es un disparate decir que puede llegar hasta a un salto de segmento.
Este nada sutil alargamiento se concentra en modificaciones muy visibles a partir del pilar central. Las plazas traseras mejoran las condiciones de habitabilidad, tanto para las extremidades inferiores, algo menos, como para la zona de la cabeza de los pasajeros, bastante más, puesto que se produce en esa zaga una sensible modificación al alza de la altura, respecto a las versiones de tres y cinco puertas.
También buena parte de la modificación longitudinal recibe el beneficio de un maletero de 413 litros de capacidad, casi similar en volumen al del Seat Exeo ST, además de unas zonas de carga muy regulares. Esta propiedad se conjuga con una zona de introducción de bultos baja, quedando muy cercana al suelo.
Seat ofrece opcionalmente, como complemento a los usos del maletero, un paquete consistente en redes de sujeción, cintas elásticas, tomas externas de electricidad y ganchos para colgar objetos, entre otros. Para sumar elementos prácticos, el habitáculo se beneficia de varios huecos portaobjetos dispersos y de una guantera capaz, con capacidad para enfriar bebidas.
Externamente, la zaga recibe un portón algo saliente en la parte baja respecto a la zona acristalada y deja ver unos pilotos mordiendo el lateral, bastante anchos y en figura puntiaguda, en la zona central.
En el interior, la comodidad de los asientos delanteros y lo bien que se ajustan al cuerpo son proverbiales. Dichos asientos son regulables en longitud, altura y respaldo. La posición de conducción está en esa misma línea óptima, lógicamente, por las múltiples opciones de modulación que se ofrecen.
La accesibilidad a la instrumentación del coche está bastante bien en el plano manual, pero deja algo que desear en el visual. Los dígitos de los relojes analógicas no se dejan ver con la rapidez e intuición necesarias y lo mismo ocurre con el testigo del depósito de gasolina. Se echa en falta un indicador de la temperatura, pero esta es otra costumbre que va convirtiéndose en ley en este mercado.
Y llega el turno al motor, del que ya se han mencionado sus señas técnicas de identidad. En sus argumentos a favor se parte de que ya hay una ruptura con ese tópico de que un motor ecológico está lejos de prestaciones que inducen a una conducción más rápida. Esta mecánica TSI es bastante ágil desde muy abajo y tiene prontitud en las recuperaciones. Sin embargo no puede presumir de desarrollos largos, pues a partir de las 4.500 revoluciones recorta bastante esa alegría anterior, un registro más propio de los propulsores diesel.
La combinación de los entornos urbano y de carretera, a la hora de guiarlo, está bastante bien proporcionada. Por las calles admite sin ahogos muy bajos regímenes de vuelta. Por el asfalto de las grandes vías infunde bastante confianza al conductor en su grado de respuesta.
Un dispositivo esencial en la buena economía de ese motor es el sistema de parada y arranque automáticos (start and stop) que funciona con mucha suavidad tanto en una como en otro, al tiempo que añade a esa eficiencia una muy rápida puesta en marcha, nada más pisar el embrague.
Las modificaciones estructurales abordadas en el Ibiza ST pueden hacer temer comportamientos inesperados de los trenes rodantes y nada mas lejos de la realidad. Este coche es sumamente predecible en su circulación y muy noble en la ejecución de trazadas donde se percibe solidez en los apoyos, junto a una sensación constatable en todo momento de buen agarre al firme, aunque esté ligeramente mojado. Las suspensiones, aunque de buen y ajustado recorrido, en esa mitad de camino entre dureza y blandura, tienen propensión a un mínimo efecto rebote.
Es sensible a ciertos ruidos aerodinámicos en condiciones de viento y a alguna que otra sensibilidad a las turbulencias, sólo una pizca, cuando sopla de costado.
Los frenos responden con eficiencia y son bastante renuentes a la fatiga, mientras la dirección peca de un tacto algo suave que obliga a un agarre algo drástico del volante.
Una de las fortalezas de este Seat Ibiza ST, con el motor gasolina Ecomotive, está en su ya alabada economía ecológica. No es desdeñable tampoco un equipamiento de serie generoso, aunque exiguo en la vanguardia tecnológica de los automatismos. Pero en la fijación del precio se atribuye el plus de novedad sin disimulos a la hora de cotejarse con su escasa competencia.
|
