No es un personaje ni una celebridad local. Ahora se trata de un modelo de coche. Cierto que procede una marca americana, pero su campo de actuación es Europa. De procedencia española, pues se produce en exclusiva en la fábrica valenciana de Almusafes, el Ford Grand C-Max tiene ya la vitola de ser el primer vehículo producido en España que será exportado a un mercado, hoy, puede que en horas bajas, pero muy exigente todavía y con el crédito suficiente como para que, si triunfa, convertir su fama en universal.

El Ford Grand C-Max, que se estrena como una versión ampliada a siete plazas en la segunda generación de la gama de monovolumenes compactos de la marca del óvalo, tiene atributos sobrados para llegar a ese mercado americano con garantías de éxito, las mismas que presenta para imponerse como un referente de su segmento en Europa y otros lares.

Por buscar algún matiz contraproducente menor, la pregunta es inevitable sobre ciertas competencias fratricidas con un modelo de la misma marca como el S-Max, pero es muy probable que la nueva generación que venga de este último, se desmarque de posibles similitudes con el recién llegado.

El nuevo Ford Grand C-Max se beneficia de un diseño muy modernizado, muy en la línea con la patente en este campo que la firma ha imprimido a sus más recientes modelos como el Mondeo, el Fiesta, el S-Max, el Galaxy y el ya visto, pero todavía no comercializado, Focus. Todos ellos con esa estrategia de plataformas globales con las que Ford aúna sinergias y recorta costes en la conquista de los mercados internacionales.

Por delante recibe un frontal con ese característico ADN de una parrilla estrecha, una toma de aire colosal, capó en pronunciada caída, faros antiniebla bajos en las zonas más extremas y unos faros de formas geométricas irregulares.

La parte lateral está fuertemente marcada por una línea de cintura en indisimulada progresión hacia arriba y el nuevo formato que imprimen las puertas correderas laterales traseras que, aparte de cumplir con una función estética, facilitan una accesibilidad al interior mucho más lograda.

La trasera recurre a un portón de muy ancha boca y zona de carga baja, que facilita sobremanera la carga de objetos de gran tamaño.
La forma de los pilotos no es de gran originalidad, pero encajan bastante bien en el dibujo general del coche.

Es un monovolumen del segmento compacto que, en virtud de sus siete plazas, gana una longitud de 14 centímetros respecto a la versión C-Max de 5 plazas, todos ellos concentrados en la distancia entre ejes, es decir, en esa ganancia de habitabilidad que concede la tercera fila con dos asientos.

Cuando se creía que en esto de la modularidad interior de los monovolumenes estaba todo dicho, todavía Ford se guarda algún as en la manga con el nuevo Grand C-Max. De las múltiples disposiciones de los asientos, una posibilidad llama poderosamente la atención y es que el asiento central de la segunda fila (en exceso estrecho para ubicar un adulto) se puede escamotear, guardar debajo de la plaza del lado derecho y propiciar una modulación interior 2+2+2, práctica y aprovechable.

El maletero concede también numerosas opciones de carga, muy vinculadas todas a la disponibilidad de una rueda de repuesto de la de tipo galleta o Mini o a un kit antipinchazos. En la fórmula estándar de cinco plazas el rango de carga oscila entre los 439 y los 475 litros. La extensión del maletero hasta sólo la primera fila de asientos deja libres unos 1.706/1.742 litros en un suelo totalmente plano.

Para el pasaje hay elementos suficiente para una vida a bordo placentera y cómoda. En la fila delantera los asientos son muy confortables, de muy agradable mullido y buen recogimiento de la zona dorsal. Dos personas viajarán con el mismo grado de confortabilidad en la segunda fila, pero tres tendrán necesariamente que sufrir apretujones. Y en la tercera, tiene el mérito de poder alojar, con una comodidad superior a la de otros modelos, a dos ocupantes de estatura media, pues la zona libre hasta el techo está muy bien medida.

Las distancias entre asientos y respecto al techo son también lo suficientemente amplias como para poder explayarse y viajar buenas distancias sin entumecimientos.

Es un interior muy vivo, de ambiente claro por la amplia superficie acristalada que, además de dotar de claridad el habitáculo, ofrece una visión panorámica muy amplia desde cualquier ángulo de visión. Todo queda a mano en lo referente a la instrumentación y hay una distribución de botones y dispositivos inteligente con la que uno se familiariza rápidamente.

En este contexto queda fuera de lugar un ordenador de a bordo francamente complicado en su manejo, con muchos pasos intermedios que inducen a una distracción excesiva en los cambios de información y al que se ha atribuido cambios de configuración de elementos esenciales del coche -como la desconexión del sistema de estabilidad- a los que se llega tras demasiadas manipulaciones, cuando un dispositivo "ad hoc" facilitaría mucho más la labor.

Otro detalle poco cuidado es que, aunque como tónica general las terminaciones y acabados están en óptimo nivel, algunas de las zonas cromadas han dejado un regusto de plásticos poco finos.

Tocó en suerte para la prueba la versión motriz diesel de 1.6 litros y 115 CV, remodelada y ampliada en cinco unidades de potencia respecto al motor clásico ya superconocido, fruto de los acuerdos de colaboración entre Ford y el Grupo PSA Peugeot-Citroen.

Si este motor ya era alabado por sus rendimientos, este reconocimiento ahora hay que renovarlo con efecto multiplicador por su comportamiento en casi todas las prestaciones que ofrece. Ahora ha bajado la relación de compresión, ha reducido el tamaño del turbocompresor, ha dotado de más presión a la inyección y se alía con un sistema evoboost de entrega extra de par motor para exigencias especiales en la aceleración.

Una sonoridad sin tacha y una entrega de par muy aquilatada a cada momento de la conducción se perciben de inmediato. Puede que se antoje algo retardado en las salidas, pero desde muy abajo es competente y presto a la entrega de potencia, no de forma espectacular, pero sí muy eficaz. En la zona media del cuentavueltas sigue con esa discreción basada en un regularidad sorprendente de comportamiento.

La caja es manual, de seis velocidades, de desarrollos ajustados, es decir, ni amplios ni reducidos, tampoco irregulares. En quinta ya actúa con bastante desahogo y la sexta queda como recurso para optimizar los consumos.

Para que no todos sean virtudes, pero sin ser tampoco defecto, el consumo se revela contenido tirando a alto, pero quizás por las expectativas que el fabricante ofrece en cuanto a su sobriedad. Esos 4,6 litros homologados se alejan de una realidad que en la prueba ha estado próxima a unos 6,5 litros, dato que tampoco es exagerado, pero que se desmarca bastante de la referencia oficial.

Sobresaliente, sin exageración, es la nota que merece la dinámica del coche. Desde la simple rodadura, el conductor ya cae en la cuenta de que hay un excepcional trabajo en la estructura de chasis y carrocería. Es un apartado en el que Ford siempre ha jugado con acierto sus bazas y en la que ha logrado resultados dignos de la mejor mención.

La toma de curvas se hace con absoluto relajo desde el puesto de mando, con la ayuda de un juego de suspensiones perfectamente equilibrado en los recorridos de la amortiguación que absorben no solo los balanceos molestos, sino los baches e irregularidades sobre el firme. Este coche no es que circule, se desliza.

En la alta valoración de este dinamismo del Grand C-Max se conjuga una dirección proporcionada en suavidad y firmeza a los distintos ritmos de conducción. Unos frenos de tacto correcto y en la misma línea de comportamiento a la hora de parar. La palanca es también de agradable tacto y muy precisa en los engranajes.

Ford ha expresado una voluntad tecnológica sin parangón en sus modelos con la nueva generación del C-Max y, a este respecto, cabe todo, hasta un sistema automático de ayuda al aparcamiento. Inconveniente: casi todo se somete a un equipamiento opcional en distintos paquetes, con lo que la caja registradora se deja notar. En equipamiento de serie cuenta con todo lo que hoy ofrece cualquier marca en este segmento.

Por precio, en el nominal queda bastante bien, sobre todo en su nivel más alto el Titanium, pero la mención a ese abultado paquete de opciones le resta algunos enteros en un apartado tan sensible a la clientela en esta coyuntura de crisis.