El nuevo C4 desembarca ahora bajo la forma de una sola carrocería de cinco puertas, pues la otra forma de tres o coupe se independiza en la gama actual para reforzar el nuevo concepto que la marca francesa quiere imponer con la acepción DS. La de cuatro o sedán, si finalmente llega, será una opción más para los mercados emergentes que aceptan muy bien este tipo de berlinas de tres volúmenes

Es posible que esta jugada estratégica haya obligado a los responsables de la marca a jugar con una arquitectura más conservadora, de trazos no tan atrevidos como el del primer C4, tanto en las versiones de tres como de cinco puertas.

Estéticamente, el nuevo Citroen C4 es un coche elegante y muy ponderado en sus líneas, aunque no es tan rompedor como siempre han sido las nuevas creaciones de la firma de los chevrones.

Por delante, mantiene invariables las señas de identidad de los últimos modelos con una prominente rejilla que en la parte central sigue la forma de los chevrones y a los lados, en continuidad de trazado, unos faros trapezoidales que toman buena parte de la zona lateral. El capó asume ese recurso de las nervaduras centrales en relieve que afinan una identidad algo más atlética. Se gana también músculo con un spoiler delantero rotundo en el que se aloja una toma de aire considerable flanqueada por los faros antiniebla.

Desde la zona lateral la vista se detiene en una línea de cintura no muy alta, que facilita una respetable zona acristalada. Los pasos de rueda se antojan grandes y los abridores de las puertas se mimetizan en el ambiente con el mismo color de la carrocería.

En la zaga se recurre al ya clásico portón algo cóncavo, a unas defensas resaltadas y a unos cuadros ópticos que se extienden sin disimulo por el portón y la zona lateral. La ventanilla es más grande de lo que suele ser habitual en los últimos diseño, algo que se agradece en la panorámica que facilita para ejecutar maniobras marcha atrás.

El nuevo Citroen C4 puede presumir de un modesto alargamiento de cinco centímetros sobre su predecesor y también modificaciones levemente al alza en anchura y altura. La primera impresión de estas modificaciones de cotas se percibe con una accesibilidad cómoda al interior, tanto a plazas delanteras como a traseras.

Sin embargo, la ganancia longitudinal no ha tenido refrendo en una separación entre filas de asientos que todavía es algo estrecha y que en viajes largos pueden provocar entumecimientos de las extremidades inferiores en los ocupantes de la segunda fila. En compensación, se puede hablar de que las tres plazas son reales, por el equilibrio en su amplitud.

La ocupación de los asientos delanteros se salda con una aceptable fijación del tronco y de la zona lumbar y una regulación de los mismos que permiten su ocupación por personas de considerable tamaño. Apoya al confort un sistema de masaje en la parte baja de la espalda que, tras una conducción prolongada, sí confirma un deseado relajamiento.

El habitáculo se ha modernizado, pero la abundancia de tonos oscuros le confiere un ambiente serio. Quizás para frivolizar un poco, una de las ocurrencias de la marca sea el haber establecido un sistema de regulación de distintos tonos luminosos en la instrumentación, así como una variedad acústica en los sonidos de avisadores e intermitentes.

Citroen no ha sido nada rácano en la botonadura de los instrumentos que ha esparcido con profusión por la consola central, el volante y la zona próxima a la puerta del conductor. Con profusión, sí, pero también de una forma algo caótica, que induce a confusiones y a un repaso previo a la marcha para familiarizarse con cada uso antes de arrancar y no incurrir en distracciones durante la conducción.

En los velocímetros se adopta un diseño racing, pero la lectura de la velocidad se hace dificultosa por el recurso a una aguja-guía de muy pequeño tamaño que exige más de una mirada para no llevarse sorpresas en zonas de radares. Por contra, la pantalla de la consola central que informa sobre la navegación y los distintos registros multimedia es amplia y muy visible.

El Citroen C4 es una berlina del segmento compacto, pero en ese interior adopta recursos prácticos propios de monovolumenes en la forma de un inteligente reparto de zonas portaobjetos, guanteras de buen tamaño y con zona refrigerante para bebidas y tomas de corriente bastante accesibles y visibles para circular interconectado.

La vida a bordo tiene también un apoyo digno de mención en un maletero capaz, de boca de carga lo suficientemente amplia como para acoger bultos de tamaño considerable e incluso acoger una rueda de repuesto normal que, eso sí, resta unos 30 litros de capacidad.

La apuesta más fuerte de atracción del nuevo C4 está en un equipamiento bastante por encima de lo que se supone y se pide a una berlina compacta como esta. Aquí, Citroen, no se ha andado por las ramas y ha envidado con un órdago de plena confianza en su jugada.

La unidad de prueba, con el nivel de equipamiento Exclusive, el más alto, incluía un original sistema de medición previa de aparcamiento en el que se informa al conductor si en el hueco que está libre cabe el coche. No confundir este recurso con un sistema de ayuda al aparcamiento que no está incluido.

Ayuda innegable y digna de agradecimiento, por su buen funcionamiento, es la detección de los ángulos muertos cuando un coche va a adelantarnos por los laterales. De este nivel Exclusive forman también parte un freno de mano electrónico y una tapicería con mezcla de piel, bastante agradable al tacto.

La actividad principal de un coche es su régimen de marcha y en el nuevo Citroen C4, en la unidad probada, la responsabilidad recae en todo un clásico del Grupo PSA Peugeot Citroen como el motor diesel HDI de 1.6 litros y 110 CV, en la nueva generación con culata de ocho válvulas y entrega más generosa de par.

La concienciación ecológica impone cambios y a este motor se añaden ventajas como el sistema start and stop (parada y arranque automáticos) de nueva generación mucho más sofisticado que el anterior y de comportamiento muy superior en refinamiento. Para empezar, el dispositivo actúa desde el momento en que detecta una velocidad inferior a los 8 km/h, apagando el motor, con lo que hay un plus extra de ahorro de carburante. Se pone en marcha con más prontitud, a lo sumo 0,4 segundos, y con una suavidad digna de encomio.

Los añadidos para una conducción ecológica le confieren la inclusión de la "e" previa a su condición diesel de la marca o HDI.
Estos atributos se conforman con unos neumáticos exclusivos Michelín de baja resistencia a la rodadura y la recuperación de energía en la frenada. El resultado es una minoración de las emisiones de CO2 de 5 g/km, o lo que es lo mismo, presentar una tarjeta en este campo entre 109 y 114 g/km, en función del tamaño de rueda. Ya se sabe: queda exento del Impuesto de Matriculación.

El comportamiento general de este motor ya ha sido lo suficientemente alabado, pero en el caso del Citroen C4 añadir el detalle, nada baladí, de un silencio de ruta que aumenta grados de confort. En aceleraciones y recuperaciones repone con la suficiente autoridad como para no sentir preocupaciones excesivas por ese teoría preconcebida de a más bajos consumos, prestaciones más rácanas. Nada de eso.

El motor se complementa con una caja pilotada de seis relaciones, en la que vuelven a incidir defectos ya cotejados como la brusquedad de los cambios, sobre todo en el modo automático pleno. Esas transiciones resultan más atemperadas si se opta por una regulación manual con la ayudas de las pestañas ubicadas en el volante.

Los consumos se adecúan con exactitud a las intenciones económicas buscadas. En una circulación mayoritariamente por carretera, el gasto no se alejó de los seis litros cada cien kilómetros. En el ámbito urbano dejó escapar unos registros algo desproporcionados al decalaje que es normal haya entre los dos escenarios.

El Citroen C4 es un coche de rodadura, sin exageraciones, fantástico. Se aposenta sobre el firme con total desenvoltura. Acomete las trazadas con los apoyos en los trenes rodante perfectamente compensados. Entra y sale de las curvas sin descomponer una trazada plenamente uniforme. Y para que las loas no sean plenas, quizás recurrir a una suspensión levemente blanda y a algunos ruidos de chicharra en la estructura cuando se circula por algún firme abrupto. Dirección y frenos se conjuntan en el buen comportamiento dinámico.

Económicamente el Citroen C4 se sitúa con argumentos sobrados. De precio nominal no se desmarca en exceso de la competencia, pese a que juega con el plus de la novedad. A ello se un una promoción de lanzamiento, en torno a los 2.000 euros de descuento. Queda una cosa más ya expuesta: un equipamiento que, si incluye alguna galguería, también conquista por su alto componente innovador y práctico.