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Un monovolumen familiar tiene que responder a la prioridad de una alta capacidad de pasaje y de carga. La tarea se acomete con una remodelación de cotas que, en el caso del nuevo Sharan, resultan sorprendentes, ya que se han ganado, nada menos, que 22 centímetros en la longitud, 9 en la anchura, pero se retrae algo más de uno en la altura. Estos cambios en la carrocería se notan en el simple ejercicio del ojo de buen cubero y, por supuesto, inciden
significativamente en unos altos parámetros de ocupación.
El estilo externo, pues, tiene modificaciones, pero se atiene bastante a la herencia de las anteriores generaciones, salvo en la inclusión, ahora, de la puertas traseras correderas, que facilitan sobremanera el acceso de personas o la labor de carga.
Donde se encuentran los cambios más evolucionados es en el interior, en el que el alargamiento en longitud y en anchura, deja espacio para siete plazas en el clásico formato para este tipo de vehículos de una configuración de asientos en tres filas 2-3-2, si bien también se puede optar a la fórmula de seis plazas 2-2-2.
Si se quiere optar por la carga, advertir de que a plena ocupación de personas, el maletero deja libre una superficie prácticamente testimonial, pero eliminada la tercera fila de asientos se llega a unos rotundos 809 litros, y con pasaje de dos, a los contundentes 2.430, que encuentran un apoyo auxiliar en los 33 compartimentos portaobjetos repartidos por el vehículo.
Los elementos funcionales, obligatorios en un monovolumen están también a la última en el nuevo Sharan y en el capítulo sobresale la aplicación del llamado sistema Easy Fold, capaz de plegar, sin desmontar, los asientos con un sencillo mecanismo que los oculta en el piso dejando el suelo plano.
A vueltas con esa funcionalidad, los asientos de la fila central se pueden desplazar hacia adelante o hacia atrás para mejor regular el espacio de carga y los respaldos disponen una inclinación regulable en 20 grados.
En la segunda fila se pueden disponer de sillas especiales para niños, también de adaptación muy sencilla a su uso y con los anclajes de fijación especiales para este tipo de viajeros que, por tamaño y peso, requieren fórmulas de viaje específicas.
Al alto componente de ocio que encierra un monovolumen, Volkswagen anuncia que en la nueva generación del Sharan no van a faltar versiones con sistema de tracción integral 4Motion, la propia de la firma de Wolfsburg.
Ya se anticipó que la remodelación de cotas aplicadas al coche le convierten en un vehículo grande, fácilmente apreciable a primera vista. Las ventajas de uso familiar conllevan perjuicios evidentes en una movilidad más torpe, sobre todo en el ámbito urbano y en la búsqueda de aparcamiento, pues los casi cinco metros de largo le hacen muy selectivo en el hallazgo de estos espacios. Cuenta con la ayuda de un sistema avisador acústicos de colisiones en los formatos frontal, lateral y trasero y, quizás por esa carencia, no estaría de más la inclusión de otro sistema de ayuda al aparcamiento.
En sus formas recoge el arquetipo de diseño del segmento, es decir más aristas que ángulos, destacando un frontal con capó en pronunciada caída y corto, en proporción a las cotas del coche, parabrisas grande para facilitar una panorámica delantera excelente, un lateral marcado por una línea de cintura media y una trasera invadida por un portón que deja acceso a una boca de carga acorde que permite el ingreso de objetos de gran tamaño.
La vida a bordo es un compendio de comodidad. El puesto de conducción, sobreelevado, potencia esa visión panorámica que permite anticipaciones a las maniobras de los coches que van delante. La fila intermedia tiene, sí, tres plazas auténticas, y la suficiente separación con la delantera, para permitirse leves estiramientos de piernas. En la tercera, una vuelta al tópico recurrente, de que deben dejarse reservadas para niños, aunque la buena altura de techo, deja entrever un pequeño plus de comodidad respecto a otros modelos de la competencia.
El control del coche, a través de la instrumentación, se hace con facilidad y con completa familiaridad con un simple repaso previo. Casi toda la botonadura se concentra en una consola central que distribuye los dispositivos de forma inteligente. La visión de los relojes frente al volante está, igualmente, bien concebida.
El tercer Sharan de la historia de Volkswagen se ha aplicado con sabiduría la receta de un necesario ahorro de carburante, que agradecen las siempre maltrechas economías familiares, y se apunta también al carro de los tiempos concienciados con la protección medioambiental.
En los consumos, con la unidad de prueba equipada con el propulsor comodín del grupo, el 2.0 TDI de 140 CV, el fabricante apunta un registro de 5,5 litros a los cien kilómetros. En prueba, lógicamente, no se quedó ahí, pero tampoco se distrajo mucho y unos 7.5 litros le dejan en buen lugar.
Con lo que sea, el fabricante indica que las operaciones operadas en la gama del nuevo Sharan aportan unas reducciones de consumo en relación con el modelo sustituido de un 21 %. En el intento juega su papel un sistema start and stop de serie, muy preciso, siempre, en las tareas de parada y arranque automáticos. No falta un sistema de orientación al conductor de cambio de marchas que se pone por encima de la intuición y que, parece funcionar con buen tino.
El motor, además, permite circular a regímenes muy bajos y empujar con decisión cuando la situación lo demanda. La entrega de par se produce muy abajo, pero su mejor rendimiento se da a partir de las 2.000 vueltas. Hay que tener en cuenta, como mérito, que hay que mover, con los 140 CV con que este motor opera en berlinas compactas y medias-altas, la no desdeñable masa de 1.700 kilogramos de este coche.
La transmisión manual de seis velocidades ofrece desarrollos de muy amplio recorrido y el apoyo en la palanca permite engranajes rápidos y precisos.
El nuevo Volkswagen Sharan rueda con la solvencia de los modelos de la marca, con un chasis equilibrado que se asienta sin problemas sobre el asfalto, sin ninguna concesión a balanceos molestos e innecesarios y con el apoyo de una dirección perfectamente ajustada a los movimientos del volante. En la frenada se deja entrever que le cuesta un poco controlar la gran masa del coche, aunque no peca de falta de efectividad y, en cuanto a fatiga, tampoco crea problemas.
Nuevamente la denominación de origen Volkswagen influye en el precio nominal, y, para muestra el botón comparativo con su gemelo Seat Alhambra, sobre el que a equipamientos similares se coloca por encima entre 2.000 y 3.000 euros. De equipamiento de serie va bien en lo relativo a seguridad y, desde el nivel básico, hay poco que añadir a los escalones superiores. El talón de Aquiles está en los componentes extras de la funcionalidad, donde se abusa algo de las
opciones.
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