En la relación de argumentos más concretos, este coche se postula con consumos medios de cinco litros -sin desviarse demasiado en la realidad de la prueba que lo ha llevado a muy poco más de seis- y unas emisiones de CO2 de 115 g/km, que lo eximen del abono del Impuesto de Matriculación.
Así las cosas, el fabricante japonés establece parámetros comparativos como un ahorro de entre 2.000 y 3.000 euros en la vida útil del coche, solo con el mejor posicionamiento del ciclo gasolina en cuanto a precio y mantenimiento respecto al diesel, o lo que es lo mismo, amortizar esa diferencia de tarifas finales llevaría a este modelo, con hipotético motor a gasóleo, a una vida superior a los 300.000 kilómetros, que considera casi imposible de cumplir en un representante del segmento urbano como es el Micra.
Nissan ha optado por la sencillez total con este coche. La oferta es únicamente en gasolina y con un propulsor de tres cilindros, que parte con el ahora testado 1.2 de 80 CV, atmosférico. De inmediato, esta misma primavera, se unirá otro de la misma cilindrada, pero con sistema de alimentación por inyección directa y compresor, que eleva el registro de potencia a unos atractivos 99 CV.
De este motor se anuncian también parámetros muy competitivos en consumo y emisiones; de los primeros asegura un registro de 4 litros a los cien kilómetros; de los segundos 95 g/km de CO2.
Ambas versiones, la que ya está en la calle y la de inmediata aparición, incorporan una caja manual de cinco velocidades, la probada en la versión de 80 CV, con buenos resultados por sus escalonamientos inteligentes y unos desarrollos largos que permiten una conducción muy suave en el medio urbano para contener el gasto de gasolina, y asociada a algunos niveles de equipamiento, otra automática, de variación continua de velocidad (CVT en sus siglas en inglés).
El otro punto de apoyo del nuevo Micra es el motor, y más concretamente este primera unidad de lanzamiento que tiene como imán de conquista un comportamiento sumamente refinado para lo que acostumbra a ser un tres cilindros al uso.
Nissan ha presumido de que las operaciones acometidas en este motor aislan por completo de los ruidos y vibraciones propios hasta ahora conocidos en una ingeniería bastante menos sofisticada que los habituales cuatro cilindros. Cierto por completo, pues salvo un ruido un poco desagradable en el arranque, circulando el nuevo Micra amortigua de forma fenomenal ambos inconvenientes.
Del buen trabajo sobre las vibraciones y el ruido es culpable la inclusión de un peso de compensación en la polea del cigüeñal, capaz de generar un movimiento oval que elimina las vibraciones verticales provocadas por la carrera del pistón.
En otros órdenes, este propulsor se acompasa de maravilla a la modestia de sus características técnicas que no hay que olvidar están pensadas en el más alto porcentaje de su operatividad para la ciudad, pero que tampoco desentonan en carretera.
Este propulsor tiene un buen tono en aceleraciones y recuperaciones y sabe circular con ciertas garantías a altas velocidades, gracias a la ligereza de su estructura, pues no en vano se ha conseguido reducir su peso en vacío en 35 kilogramos en relación al antecesor.
Puede llevarse sin aparentes ahogos muy bajo de revoluciones, pero al abordar pendientes reclama sin disimulos la palanca de cambios para aplicar la conveniente reductora, y lo mismo puede decirse, si hay que actuar con algo de rapidez ante una maniobra de urgencia. Su mejor comportamiento se deja ver a partir de las 3.500 revoluciones con un recorrido muy solvente hasta las 6.000.
Dinámicamente también sorprende en positivo. Es un coche muy predecible de comportamiento. Hay que forzarle en exceso para encontrarle un posible renuncio. Traza con mucha uniformidad y no transmite un exceso de efecto rebote sobre el firme al interior. Únicamente se le pude censurar por un muy leve balanceo fruto de unas suspensiones que pecan de recorridos algo largos, un poco alejados de los gustos europeos, pero es que este coche tiene una vocación global, ya que será comercializado en 160 países y el fabricante ha optado por un práctico término medio en el tarado de las suspensiones.
La obsesión de la marca por amortiguar vibraciones tiene otro capítulo de actuación en las suspensiones, pues las de ambos trenes se montan en un sub-chasis, para incidir en esa propiedad de aislamiento.
La dirección se percibe como muy mejorada y mucho más directa que en la versión anterior y el sistema de frenos, con discos delante y tambores detrás, es eficiente sin más y con una discreta resistencia a la fatiga.
Donde Nissan ha perdido algo de encanto con el nuevo Micra ha sido en el diseño. Posiblemente, por esa vocación global que ha dotado al coche ha jugado una baza conservadora y se ha entregado a un dibujo muy universalista, sin apenas concesiones a la originalidad de formas que, por ejemplo, encerraba el antecesor.
En el nuevo Micra apenas se han producido modificaciones de cotas, por lo que se mantiene en esa longitud estándar del segmento algo por debajo de los cuatro metros. Es unos seis centímetros más largo, no varía casi en anchura y es algo más bajo, pero en la distancia entre ejes ha sido más radical agrandándola, lo que se traduce en una mejor habitabilidad interior.
Dichas cotas está lo suficientemente contenidas como para que el Micra mantenga una condición de coche urbano muy ágil en la circulación por las calles y bastante proclive a aprovechar esos aparcamientos bastante justos que coches solo un poco más largos no pueden utilizar.
Por buscar algún punto de referencia llamativo, quizás se encuentre un atractivo en la delantera, con un capó que resalta el relieve de las zonas laterales donde se alojan las luces, así como el predominio de redondeces que le confieren una muy sutil imagen de musculosidad.
Dentro hay una habitabilidad espaciosa que engendra comodidad en la vida a bordo. Cuatro persona viajan confortables sin más matices. La posición de conducción es notable y la panorámica desde ese punto es más que buena.
El ambiente es alegre por una decoración atractiva. Los relojes de control se adaptan con rapidez a la visión. El salpicadero, aunque peque de un exceso de plásticos no excesivamente refinados aloja elementos de control fácilmente accesibles. Es llamativa la ubicación de los mandos del aire acondicionado en una consola central. Desubicados, por otra parte, por lo escondidos que se hallan, los dispositivos interiores de apertura de la tapa de depósito y del maletero.
Su condición de coche urbano no le anula para disponer de algunos huecos portaobjetos bastante prácticos, sobre todo uno en el asiento delantero del acompañante, en el que el cojín de la zona trasera puede levantarse y dejar a la vista un compartimento para guardar, por ejemplo, una bolsa. El maletero no está mal en cuanto a capacidad.
A la poquedad motriz de la gama, el Micra opone una gama más rica de niveles de equipamiento, es decir los propios de la marca. La prueba se ha hecho sobre un Acenta, bien equipado de serie, pero es que se puede decir lo mismo del escalón inferior, el de acceso o Visia. En todo ellos hay una muy proporción bien ajustada entre precio y nómina de elementos.
Para los responsables de la marca, el Acenta concentrará en España más de 50 % de las ventas del modelo. En precio se sitúa con argumentos para tener aceptación y a ello se unen unas campañas promocionales de lanzamiento bastante atractivas. Puede tener tirón.
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