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Aquà ya ha tocado la preceptiva prueba inicial de la unidad diesel (el 1.6 e-HDI de 110 CV) y, ahora la de gasolina (el 1.6 VTI de 120 CV) del Citroen C4, uno de los modelos referentes en ventas en el mercado español.
Concluidas las dos, un posicionamiento sobre uno u otro queda a la voluntad de las circunstancias del cliente, porque, desde la perspectiva de la crÃtica solo se puede sacar la conclusión que allà donde no llega uno lo hace el otro. Juegan a una calculada complementariedad.
De la versión diesel, la e-HDI, ya se alabó el cuidado tomado para ajustar al máximo consumos y emisiones y en lo bien que le sentaba un sistema start and stop de segunda generación, que paraba el motor a una velocidad de 8 km/h, con lo que acentuaba esa caracterÃstica, hoy más necesitada que nunca, de la sobriedad en el gasto.
La versión gasolina, lógicamente, se adapta más a los cánones clásicos, que también tienen sus seguidores, y lleva las ventajas de contención de gastos a un precio de venta bien posicionado que, en la comparación con su modelo complementario, saca pecho con una tarifa en torno a los 3.000 euros por debajo.
En cuanto a consumos, el C4 de gasolina no puede competir con el diesel y, si en las homologaciones oficiales, ya se apunta una diferencia de casi dos litros menos en el e-HDI, en la prueba se constata con un decalaje similar, ya que el propulsor de 120 CV recoge un registro cercano a los ocho litros, por los casi seis del diesel.
Desde esa perspectiva, el subjetivismo del potencial cliente es el que entra en juego, como puede pasar con las percepciones en los comportamientos de los motores, donde a las impresiones positivas que se sacaron en el diesel, tienen nueva correlación en el gasolina.
Aparentemente, una diferencia de 10 caballos entre un gasolina y un diesel no es una razón definitiva para inclinarse por una de las dos opciones. Las divergencias, si se quieren buscar, hay que encontrarlas en el comportamiento.
El C4 gasolina tiene todavÃa a su favor ese punto de refinamiento algo superior al de los motores a gasóleo. En este modelo se corrobora plenamente, por ese silencio de marcha, que hace una pura delicia conducir y viajar sus buenos kilómetros. Si se quiere ser puntilloso, se puede aducir levemente en contra, que la subida de revoluciones puede atacar algo a oÃdos más sensibles, pero sólo si se quiere ser muy susceptible.
En el apartado de las aceleraciones y las recuperaciones, esta versión gasolina tiene la prontitud del diesel en las primeras, pero se vuelve más acomodaticia y retardada en las segundas. Mientras en el diesel un régimen medio de giro hacÃa al coche mantener ese punto de vivacidad, en el ahora testado exige regÃmenes bastante más altos, de modo que asegurarse una respuesta medianamente segura obliga a llevar el cuentavueltas por encima de las 3.000 revoluciones. En realidad, nada que rompa con las diferencias clásicas entre los dos ciclos en este campo.
El motor gasolina añade un punto de sofisticación con una culata de 16 válvulas, frente a las 8 del e-HDI, que ha tenido que acometer algunas modificaciones.
Citroën ha equipado a la versión 1.6 VTi de 120 CV con una caja manual de cinco velocidades, que ha sido la unidad probada, aunque de inmediato va a ofertar una versión con caja automática de cuatro relaciones. Por lo que respecta a la transmisión manual, queda un poco descolocada, cuando la evidencia del mercado apunta a la creciente demanda de las de seis, como ya se estila en varias berlinas de este mismo segmento y con potencias en el entorno numérico de esta versión del C4.
El comportamiento de esta caja manual juega con desarrollos ciertamente amplios, lo que le faculta para engranar las relaciones más largas a muy bajo régimen de vueltas para optimizar los consumos y poder practicar una circulación sosegada por las calles. La cuestión varÃa en carretera, pues aquÃ, esa conducción de tensión baja, retarda bastante las recuperaciones.
En el juego de complementariedades con el diesel, la prueba correspondió a una caja pilotada de seis relaciones que repitió alguno de los defectos detectados en este tipo de transmisiones, como la brusquedad de algunos cambios en el modo automático, y que se atemperan algo en el modo manual, posiblemente por el influjo de las mariposas alojadas en el volante para llevar a cabo los cambios con los dedos pulgares.
Los elementos subjetivos de las dos versiones ya se han repasado y en los objetivos hay multitud de elementos de conquista, porque Citroën ha hecho con la nueva generación del C4 todo un ejercicio imaginerÃa tecnológica. No falta de nada, sobre todo, en la versión más alta de equipamiento, la Executive.
Por ir de lo más sofisticado a lo más práctico, destacar un sistema de masaje en los asientos delanteros o programas donde el conductor puede elegir la tonalidad de los relojes o un menú de sonidos, incluso un sistema de medición de aparcamientos.
Entre los elementos prácticos, por supuesto, la seguridad en cabeza, con el sistema de alarma ante posibles colisiones, o las luces ámbar en los retrovisores que avisan de la ocupación por otros vehÃculos en los ángulos muertos. No se desdeñan aunque sea una constante en casi toda la oferta automovilÃstica los automatismos de luces y limpiaparabrisas, asà como el aviso de cambio de marchas o el sistema de retención temporal en pendiente.
Estéticamente, el nuevo C4 ha perdido la originalidad y frescura del modelo anterior y hasta la variedad operada con las carrocerÃas de tres y cinco puertas, pues ahora solo se comercializa en versión de cinco puertas, dejando la de tres al arbitrio del nuevo modelo DS3.
Esa pérdida de frescura, sin embargo, ha traÃdo una mayor elegancia, cuando ésta se entiende como adopción de un diseño más clásico y ortodoxo.
El nuevo C4 gana cinco centÃmetros de longitud y también opera modificaciones al alza en anchura y en altura. La modificación de cotas tiene traducción en la habitabilidad, que gana en relación al predecesor, pero todavÃa queda a las puertas de una longitud entre filas de asientos que garantice una comodidad plena para los ocupantes de esa zona.
No puede obviarse que el nuevo modelo da un salto cualitativo en la selección de componentes del interior, asà como en sus acabados, y aporta originalidades decorativas como unos relojes en el cuentakilómetros llamativos y atractivos en sus formas, si bien peca de la practicidad de una información analógica sobre la velocidad limitada a unos puntos luminosos muy pequeños que restan visibilidad. Queda la posibilidad de recurrir al control digital en la mitad de la pantalla, este sÃ, fácilmente legible.
El empate entre las dos versiones queda verificado también con una dinámica sensacional que hace que este coche circule con un aplomo digno de la mejor calificación, que traza curvas con un magnÃfico reparto en los apoyos y con los elementos de dirección y frenada siempre en estado de eficacia.
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