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Desde aquel primer Toyota RAV4, precursor de la actual generación de vehículos SUV, mucho ha recorrido el sector por avances tecnológicos de toda índole. Del ABS se pasó al Control de Estabilidad, de ahí al Control Electrónico de la Frenada, al Control de Tracción Inteligente… decenas de denominaciones que marean al más pintado. El nuevo Sportage es un magnífico ejemplo de aplicación de los últimos avances en la electrónica aplicada a la seguridad de la conducción, toda vez que lo aúna con un diseño que llama muchísimo la atención por donde quiera que vaya.
Un Ferrari es, por definición, espectacular; en este caso, que un SUV llame la atención por su diseño, no es habitual. Son muchos los que nos han preguntado “por ese todoterreno tan precioso… sí, creo que era un KIA”. Reconozcamos que han hecho un gran trabajo. Pese a su altura (1,70 m) no da la sensación de coche pesado o “torpe”, todo lo contrario. A ello ayuda una línea de cintura elevada y una silueta en forma de coupé, con una posición de conducción algo retrasada (el marco central está por detrás de la mitad del coche).
En la parte delantera, las luces diurnas cuentan con un diseño muy acertado, en especial si el color de la carrocería es el blanco de nuestra unidad de pruebas. Los faros de xenón y unos antiniebla en posición invertida rematan un conjunto muy bien conseguido. Únicamente la exposición de estos a los roces de aparcamiento puntúa en negativo, a lo que habrá que pedir mayor habilidad a los futuros “acompañantes” de parking del Sportage.
Desde el lateral, este nuevo SUV copia con mayor dulzura, eso sí, las líneas del Kia Soul, a saber: cintura alta, superficie acristalada minimizada y una puerta trasera con prolongación hacia atrás en línea recta… todo un acierto a la hora de acceder al habitáculo con total comodidad y facilidad.
Atrás, un amplísimo portón da la bienvenida a un generoso maletero de 564 litros, que se amplía fácilmente abatiendo los asientos (de forma muy sencilla, por cierto).
Ya que comentamos el interior, repasemos lo que se encuentra el conductor. De nuevo, lo que consideramos un buen diseño es lo que nos espera en el salpicadero. De líneas sencillas, es convincente por la robustez que presenta al tacto y que éste sea blando en su parte superior. Aunque hay abundancia de plásticos, estos tienen una apariencia muy buena. Es una sensación que podemos hacer también extensiva al resto del interior. El tacto de todos los mandos es excelente, desde los de la climatización a los satélites del volante… todos cuentan con la solidez propia de un vehículo de alta gama. Todo lo que está al alcance del conductor a diario, admite ser sometido a una prueba de presión sin que se escuche un solo crujido o ceda lo más mínimo.
Los asientos son muy cómodos, tanto delante como detrás. Tienen además un diseño de formas muy marcadas, así como un ancho considerable. Atrás viajarán cómodos dos adultos, tres ya no tanto. Las contrapuertas, pese a un diseño sencillo, cuentan con unos huecos de transporte amplios. Delante caben hasta botellas de 1,5 litros.
La unidad probada corresponde a la más razonable de la gama, el motor diesel de 1.7 litros y 115 CV de potencia. Esta variante únicamente está disponible en tracción delantera, no pudiéndose optar ni en opción por la total. Se trata de una mecánica de excelente funcionamiento, incluso desde su arranque en frío. No vibra, hace poco ruido y responde con franqueza desde muy bajo régimen. Por respuesta al acelerador, pasaría perfectamente por un buen 2 litros. El consumo debe ser bajo en casi toda circunstancia, con una homologación media de 5.5 litros a los 100 kms. Bajar de 7 en la realidad estará al alcance de cualquier tipo de conducción.
Por tacto general, conducir el nuevo Sportage no generará ningún tipo de estrés. Nos ha gustado especialmente el volante, con una buena inclinación vertical y un radio comedido, así como un aro de grosor adecuado. La palanca de cambios queda a una distancia correcta, como el pedalier. Es de esos coches con los que te sientes cómodo conduciéndolo desde el principio.
Quizás el tacto de la caja de cambios sea lo único reseñable como objeto de mejora en futuras generaciones, echándose de menos una mayor precisión en la inserción de las marchas y ante las que debemos actuar de forma decidida para no errar en el intento.
El comportamiento es justo el que se espera de un SUV moderno, por supuesto sin grandes pretensiones en el terreno deportivo. A ritmo suave muestra un confort de marcha que agradecerán los acompañantes, filtrando perfectamente todo tipo de despropósitos en el asfalto. Sin embargo, a un ritmo algo más elevado quedará ligeramente penalizado por un balanceo que a nuestro gusto hubiésemos limitado ligeramente.
La frenada es contundente, tanto en recta a alta velocidad como en apoyo; es difícil hacer perder la compostura al Sportage.
Para finalizar, un repaso al extenso equipamiento de serie nos deja la duda de si el precio final de 22.650 euros es ya final, real. La duda ahonda la desconfianza si tenemos en cuenta que es el único SUV del mercado en ofrecer 7 años de garantía mecánica. Pero la realidad es esa; el precio es así de competitivo y cuenta como producto con todo lo necesario para ser una compra inteligente entre los suyos.
Los rivales naturales del Sportage son los Toyota RAV4, Nissan Qashqai, Skoda Yeti, Hyundai Ix35, Mitsubishi ASX y el Volkswagen Tiguan. Tanto el RAV4 como el Tiguan se escapan ligeramente por encima por precio, situándose el resto prácticamente al mismo nivel, euro arriba o abajo. Entre estos últimos, el Sportage no tiene nada que envidiarle a ninguno, todo lo contrario. Quizás sea el más capacitado de todos.
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