Por eso, ahora la marca española ha retornado a los orÃgenes de la berlina de tres cuerpos que lanzó en 1991, encontró su remedo en 1998 y llega de nuevo bajo la misma fórmula con brÃos renovados, una imagen atractiva y una simbiosis acertada en la relación calidad-precio, un ingrediente fundamental para sobrevolar esta crisis.
De la claridad que tiene Seat en el concepto da una idea de que ha establecido sus comparaciones sobre la segunda generación del modelo, como si la tercera no existiera. AsÃ, salvo los cambios estéticos, que son importantes, en materia de cotas ha jugado una filosofÃa conservadora sin estirarlo demasiado. Tiene cuatro centÃmetros más de longitud que el segundo Toledo y ocho centÃmetros añadidos en la distancia entre ejes.
Ha repetido del Toledo de la primera generación el fantástico maletero de 550 litros -récord en su momento- asà como el portón trasero, aunque en esta ocasión más estético y ligero que el de su predecesor, que recibió alguna crÃtica por su excesivo peso y complicada manejabilidad.
Precisamente, el tema del peso es algo que conviene anotar, pues los ingenieros de la marca española han conseguido reducirlo hasta conseguir un registro medio en la gama de 1.140 kilogramos.
El nuevo Toledo tiene la huella hispana de Seat, pero su cadena de montaje se sitúa en el República Checa, en una planta de Skoda, pues se le ha buscado un hermano gemelo, el Rapid, con la firma de enganche del grupo Volkswagen. Es la necesidad de esas economÃas de escala que demanda la imperiosa reducción de costes en la industria del automóvil.
De las formas del Toledo, la visión general muestra una berlina clásica, de trazos afilados, con un toque profundo de tranquila elegancia que, por delante, se materializa en un capó largo, un poco caÃdo y con una nervadura central de toque marcadamente clásico. Los faros optan por una forma trapezoidal, algo estrecha y alargada, que flanquean una parrilla. La toma de aire inferior da el toque final al conjunto.
El perfil se alimenta con una lÃnea de cintura en progresión, pero que deja buena zona acristalada para asegurar una visibilidad panorámica en los cuatro puntos cardinales y en la parte inferior deja ver unas taloneras prominentes. Los pasos de rueda tienen una buena circunferencia y se deja notar el gran volumen del pilar C que engancha con el portón.
Ese portón es el gran motivo de la zaga, con unos pilotos poderosos y extendidos que muerden buena parte de su zona.
El interior tiene como premisa una buena sensación en calidad de acabados y terminación, con unos instrumentos de abordo bien colocados, para estar plenamente accesibles a vista y manos. No hay profusión de botonadura y de ello se beneficia un manejo sencillo. Quizás, por poner algún inconveniente, se echa en falta el botón de la apertura de las ventanillas de la segunda fila de asientos en la puerta delantera, para tener un completo control del coche.
Junto a esa ergonomÃa y calidad fácilmente resuelta no es de dejar escapar que el ambiente de tapicerÃas y colores, junto a la amplia zona acristalada del coche, dan como resultado un ambiente muy jovial. Se está a gusto dentro y se contagia la alegrÃa.
La cuestión de habitabilidad no era problema para el Toledo, pues en todos sus modelos la habÃa resuelto con sobrada solvencia, y aquà no iba a ser una excepción. Reiterar la buena posición de conducción, aunque el factor de sujeción del asiento del conductor es susceptible de mejora.
La separación entre filas es magnÃfica, con espacio de sobra para aguantar confortablemente un buen número de kilómetros y lo mismo puede decirse del fondo que queda para los pies en las plazas delanteras.
La versión rutera toma carácter con el sobresaliente maletero, apto para viajes largos en el tiempo: un veraneo o asÃ. La boca de acceso permita ubicar en su interior mercancÃa grande y, por si es necesaria más carga, retirar la segunda fila de asientos deja un espacio de carga de casi 1.500 litros.
Seat no se ha parado en complejidades a la hora de diseñar la gama motriz. En gasolina domina el motor 1.2 TSI (inyección directa) con el tres cilindros de 75 CV y los tetracilÃndricos de 85 y 105 CV. Se acompaña de un 1.4 TSI de 122 CV, que comercializa solo con caja de cambios automática de doble embrague DSG de siete relaciones. El diesel es mucho más sencillo. Parte con la única opción del 1.6 TDI de 105 CV y añadirá en unos meses otro de la misma cilindrada, pero con 90 unidades de potencia.
El turno de prueba le ha correspondido al 1.6 TDI de 105 CV, un motor ya suficientemente experimentado por su presencia en buena parte de modelos de la marca del grupo alemán. En el Seat Toledo no ha roto las buenas impresiones que ha causado. Es en el arranque un motor diesel, pero la toma de temperatura lo hace silencioso al modo gasolina.
En marcha denota enseguida un comportamiento suave, con muy buen funcionamiento en bajos regÃmenes, perfectamente apto para acometer recuperaciones desde muy abajo y extender la entrega de par algo más allá de lo que el cuentarrevoluciones marca como umbral del corte de la inyección.
A su comportamiento eficaz, sin alharacas, une, como otro punto de fortaleza, un consumo de lo mejor que hoy se puede ofertar en el mercado de este segmento. Durante la prueba, el promedio se situó en el entorno de los seis litros a los cien. En carretera alcanza promedios de cinco litros, pero la sorpresa se encuentra en la circulación ciudadana, donde un recorrido medio termina con suma facilidad en siete litros de registro, un consumo que en algunas berlinas cuesta situar en el ámbito de la carretera.
Un punto de discusión puede estar en la caja de velocidades. En este caso, manual, de cinco marchas. La de seis puede encajar perfectamente, pero los consumos arriba explicados dejan en buen lugar la decisión del fabricante. Respecto a su operatividad la caja está bien escalonada y distribuye muy proporcionalmente el régimen de giro de cada velocidad.
La parcela dinámica se salda con suficiencia. Seat ha aplicado al Toledo un sistema McPherson al tren delantero y un eje semi rÃgido al trasero. Si se trata de buscar problemas, se pueden hallar en este último por la propensión que tiene a un rebote excesivo en asfaltos poco cuidados, sobre todo perceptible en los asientos traseros. En la toma de curvas expresa seguridad y buen agarre con los apoyos precisos.
La dirección tiene el adecuado grado de resistencia y obedece a los giros de volante con exactitud. Los frenos, al no ser autoventilados, los delanteros acusan algo pronto fatiga, y al ser de tambor, los traseros, queda un poco en entredicho su eficacia, pero en el cómputo general cumplen con su función.
El precio ha sido uno de los puntos donde Seat ha puesto más énfasis. El Toledo llega a su mercado doméstico, el español, en los peores momentos de su historia reciente. Por ello se ha preferido jugar una baza equilibrada tirando a baja. Sobre sus referentes de la competencia toma una excelente posición. Y guarda el as en la manga de equipamientos adecuados, sin una concesión de más, pero también sin una de menos. El nivel de acceso, Emoción, incluye lo justo, sobre todo, en el apartado de seguridad. La concesión al confort y la tecnologÃa quedan más en los acabados superiores, Reference y Style, con un buen y amplio catálogo.
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