Este Rio, el modelo de la marca coreana más vendido en el mundo en lo que se lleva de año, se apunta a la moda de los motores de tres cilindros con resultados que también se suscriben a ese guiño de los engaños con el premeditado cálculo de una oferta a priori a menor, para luego descubrir, que hay mucho más.
Del coche ya surge la primera sorpresa nada más arrancarlo: un sonido nada propio de lo que era hasta ahora tÃpico en este tipo de motores de sonoridad brusca, máxime teniendo en cuenta que se trata de un diesel. Es decir refleja un sonido más propio de un cuatro cilindros que, además, no es flor del tiempo, sino constante en toda la conducción.
Remarca diferencias igualmente en un comportamiento muy ágil que tiene su mejor versión en unas recuperaciones fáciles y desde la parte baja del régimen de giro. Este coche se somete a un empuje perceptible, para nada explosivo, desde las 1.750 r.p.m, y mantiene una disposición a las exigencias del acelerador más que aceptables hasta pasadas las 4.000.
Es, sin embargo, algo torpe en las salidas en aceleración y emplea un tiempo extra por encima de lo que es normal en llegar a ese tope-testigo de los 100 km/h.
El motor responde en sus atributos técnicos al sistema de inyección directa por conducto común con turbocompresor e intercambiador de color, aparte de culata de cuatro válvulas por cilindro. Otro juego de engaños, porque se trata de la tecnologÃa, hoy por hoy, más avanzada en modelos de este segmento y que en registros de potencia similar apuestan por el motor atmosférico con la inyección multipunto.
Una última caracterÃstica de su particular puesta en escena es el equipamiento de una caja de cambios manual de seis velocidades, de muy buen rendimiento en la extensión de sus desarrollo, con la alianza de una palanca de cambios de fácil manejo y precisa en los engranajes. El contraste reside en que lo habitual en este segmento y, en estas señas de identidad motrices, suele ser una transmisión de cinco relaciones.
Con todos estos ingredientes, las consecuciones en materia de consumo y de emisiones son fáciles de adivinar, unos más que atractivos cinco litros en prueba para los primeros (3,8 según las mediciones del fabricante) y 99 g/km las segundas, lo que le mete de lleno en los parámetros del Plan PIVE y en las exenciones del Impuesto de Matriculación. Ello supone importantes descuentos que, en estos tiempos de apreturas de cinturón para casi todos, no deben caer en saco roto.
Kia, en esta misma versión motriz, riza el rizo, con una versión ISG, que optimiza los consumos hasta 3,2 litros y las emisiones a 82 g/km. En esta mejora de prestaciones influye un nuevo diseño de la parrilla frontal y del alerón trasero, con el objeto de mejorar los coeficientes aerodinámicos. A esta innovación se añade neumáticos de baja resistencia a la rodadura y el indicador de cambio de marcha.
No se ha olvidado el peso y sobre él se ha actuado eliminado el limpia luneta de la ventanilla trasera y los altavoces de la parte posterior, lo que lleva a una reducción de 36 kilogramos.
Rodando, este coche transmite gratas sensaciones, sobre todo en lo relativo a lo bien que equilibra apoyos en curva. No se desmanda casi nunca y ejecuta los ángulos con la precisión que se espera. Las ruedas de baja resistencia no juegan, en cambio, un papel excesivamente favorable en firme mojado, donde dejan escapar algún que otro defecto de adherencia. Junto a esto, también se hace premiosa la frenada, alargando la distancia de parada.
En el juego de suspensiones se nota que en el nuevo Rio, se ha reforzado este apartado y se ha dotado de un mayor recorrido, con una ganancia bastante apreciable en confort de marcha.
La suspensión delantera, montada sobre un subchasis, no ha recibido apenas cambios, salvo los obligatorios que demanda a la mayor batalla, anchura y distribución del peso.
Por el contrario, el eje trasero se beneficia de una mayor firmeza, doblando la resistencia de la unión entre brazos y las manguetas para propiciar una mejor estabilidad. Eso, junto a un aumento del recorrido de las suspensiones en 10 milÃmetros y una mejora de la geometrÃa.
La prueba se ha llevado a efecto sobre un Kia Rio con carrocerÃa de tres puertas que mantiene las mismas cotas de la de cinco, si bien en el juego visual se ha jugado con ingredientes de filosofÃa más deportiva. Este versión se incorporó al mercado español un poco más tarde que la de cinco puertas.
Esa visión tiene su mejor reflejo en la parte lateral, donde el marco de las puertas se extienden un poco más sobre la superficie y dejan una pequeña ventanilla como foco de visión para las plazas traseras.
La remodelación sobre este escenario ha traÃdo como consecuencia que el acceso a los cinturones de seguridad en las plazas delanteras requiera de una especie de horquilla de plástico que sobresale del marco del pilar central. Un recurso que queda bastante forzado y, desde luego, nada estético.
Otro contrapunto reside en que las plazas traseras, aunque guardan una distancia adecuada con las delanteras para alojar bien las piernas quedan un poco bajas, lo que induce a algo de claustrofobia a pasajeros propensos a la misma, aparte de añadir un plus de incomodidad.
El ambiente interior, en cuanto a decoración, sobresale, por una buena presencia de materiales bien elegidos, bonitos, sobre todo el juego de relojes frente al conductor, de sabor muy motociclista, y la magnÃfica disposición de dispositivos y botones para que la intuición funcione a las mil maravillas sin innecesarias distracciones.
Los precios están en las magnitudes coreanas, es decir todavÃa por debajo de la competencia que representan las firmas europeas, aunque las muchas mejoras introducidas no ha sido a humo de pajas, pero Kia es marca que todavÃa se identifica por unas tarifas nominales muy competitivas y con el añadido de equipamientos amplios y bien seleccionados. Por si no fuera suficiente, hay que contar con los siete años de garantÃa y con descuentos promocionales, al margen
del PIVE, que rondan los 3.000 euros.
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