Desde aquel primer Cupra, lanzado en 1996, como celebración por la marca española del tÃtulo mundial de rallys en la categorÃa de dos litros, esta versión ha gozado de evoluciones que han puesto el acento en una deportividad más racional que espectacular. De ahà que su evolución en los registros de potencia haya sido más bien discreta.
El nuevo Cupra, en esa lÃnea, ha acometido renovaciones más cualitativas que cuantitativas. El nudo gordiano está en el motor 1.4 TSI de 180 CV, un registro de potencia que iguala al de la versión anterior con mecánica de 1.8 litros, que optimiza rendimientos, consumos (medio litro menos que el anterior cada cien kilómetros), emisiones y entrega de par.
Este Ibiza Cupra ha recibido las modificaciones precisas para que constituya todavÃa un paradigma de la conducción divertida con exigencias acordes a sus prestaciones y con la sensación plena de seguridad desde el habitáculo.
Ello se hace posible por una serie trabajos en el chasis, cuyo elemento más perceptible es la suspensión deportiva de recorridos cortos y endurecida adecuadamente para trazar con total seguridad y sin balanceos. Se añade al sistema un diferencial autoblocante para apurar al máximo las trazadas, y el control electrónico de estabilidad. La puesta de escena exterior se remarca con una reducción de la altura libre del suelo en 2 centÃmetros.
Con todos estos ingredientes, el Ibiza Cupra recorre kilómetros con la sensación de una ventosa plenamente apoyada al firme y una excelente solidez en la circulación sobre asfaltos secos o mojados, aunque la dureza de las suspensiones le hace acentuar el efecto de rebote en esas calzadas poco cuidadas, cada vez más abundantes en la red vial española.
A esa casi perfección de rodadura se une una dirección acompasada de forma excelente a los movimientos de las ruedas y una frenada potente y efectiva subrayada por el equipamiento de un juego de frenos de Seat Sport (opcionales) que multiplican los efectos de parada sobre los de serie, discos ventilados, delante, y discos macizos, detrás.
La mejor experiencia del coche está en la conjunción que ofrece el motor y la caja de cambios automática de doble embrague de siete velocidades DSG, patente del Grupo Volkswagen extendida ya a todas las marcas y modelos.
Del motor, decir que encuentra fuerza muy rápido y empieza a mostrar carácter desde muy abajo, concretamente 2.500 revoluciones extendiéndose con suficiente poderÃo hasta los regÃmenes de giro más altos, pues la pérdida de esa fuerza se detecta muy pasadas las 6.000 revoluciones.
El motor se basa en una complicidad apreciable entre el compresor y el turbo, de modo que, el primero, accionado por una correa, eleva la entrega de fuerza desde la parte baja del cuentavueltas y el turbo, accionado por los gases de escape, entra en acción cuando hay una subida apreciable de revoluciones. Al mismo tiempo, un embrague magnético, integrado en la bomba de agua, activa el turbocompresor conforme se va subiendo el régimen de vueltas.
La caja de cambios DSG, tanto en su versión de seis como de siete velocidades, la de este Cupra, ya ha sido lo suficientemente alabada por lo refinado de su comportamiento, la proporcionalidad de sus escalonamientos, la rapidez en las transiciones y la facilidad que tiene para exprimirla con consumos muy rentables.
De consumo, el Ibiza ofrece la cara y la cruz, con la contención en el primer apartado, siempre que el pedal del acelerador no se apriete más que lo justo, porque llevarlo a los parámetros de la conducción deportiva tiene un sobrecoste que apenas baja de los 12 litros. En prueba, durante una conducción mixta, tranquila y excitada, dejó en el ordenador de a bordo una media cercana a los 8
litros.
De cualquier manera, este motor guarda casi toda su caballerÃa para los grandes momentos, porque a una velocidad máxima legal el cuentarrevoluciones señala algo por debajo de las 3.000 vueltas y se mueve en horquillas de consumo entre 5 y 7 litros. Hay mucho margen por delante.
En las formas, el Ibiza Cupra se atiene a la ortodoxia de estos modelos urbanos incitados al deseo por la puesta en escena de todo un decorado deportivo. Nada, por tanto, más lógico, que para este Ibiza de raÃz deportiva no haya más opción de carrocerÃa que la de tres puertas o Sport Coupe (SC), propia de la gama del modelo lÃder de ventas de la marca española.
Por fuera, esa altura reducida al suelo y la mayor amplitud de la rejilla, en la zona delantera, asà como la disposición de la entrada de aire inferior le dan una imagen de mayor anchura y, por tanto, de músculo y poderÃo.
Las llantas de perfil bajo multirradio en un relieve muy aparente, junto a los espejos retrovisores pintados en negro ahondan en el sello de su personalidad deportiva, también acentuada por las formas geométricas de las luces LED de dÃa. No faltan, no pueden hacerlo, las placas identificativas de la versión Cupra en la parte delantera, sobre la parrilla, y en la trasera, con el logotipo y la acepción especÃfica sobre el maletero.
En el interior rebosan los aires deportivos nada más entrar con una tapicerÃa de doble color en los asientos (opcional), la forma de éstos y los pedales cromados.
Los asientos son un prodigio de recogimiento, pues se adosan perfectamente a la zona troncal del conductor, facilitando una magnÃfica adherencia cuando se trata de recorrer trayectos sinuosos.
El dominio completo del color negro incide en ese decorado deportivo, aunque, en el contexto general, hay una discreción elegante, junto a una distribución sumamente intuitiva de los dispositivos de control.
La marca automovilÃstica española ha colocado en el mercado un coche de precio muy ajustado, si bien un contrapeso hay que buscarlo en que los elementos que configuran al Cupra como coche de filosofÃa abiertamente deportiva son casi todos opcionales y enmarcados en paquetes que hacen sonar la caja registradora. Eso, sin contar que componentes como los sensores de lluvia y de luces, tan corrientes hoy en vehÃculos de segmentos no altos, no forman parte de las
dotaciones de serie.
|