Al margen de juegos más o menos curiosos o cabalÃsticos con los números, el nuevo Toyota RAV4, presenta la realidad constatada de muy importantes modificaciones tanto externas como internas, que llevan su imagen visual a tomar un posicionamiento más de berlina, aunque en sus equipamientos guarde condiciones excelentes y sorprendentes para el off road, que ya fueron perfectamente contrastadas en el modelo de la tercera generación.
Los cambios parten de inmediato en sus medidas, donde la longitud recibe 20 centÃmetros más que su predecesor y la distancia entre ejes añade 10 centÃmetros, con lo que el apartado de habitabilidad queda en un plano teórico y práctico excelente.
Las condiciones off road se penalizan con una reducción de la altura libre del suelo en 2,5 centÃmetros y la misma magnitud global se acorta otro tanto, lo que lleva al coche a mejorar el centro de gravedad.
El RAV4 de la cuarta generación adopta en el frontal un capó inclinado, aunque visible en sus laterales desde el puesto de conducción por dos nervaduras que lo sobreelevan. La parrilla, corta, aparece tomada en buena parte por unos faros que sugieren formas rectangulares y resaltada por la posición de los tres
cÃrculos que conforman el logotipo de la marca. Las defensas toman la agresividad propia de estos coches todocamino para infundir confianza y el detalle de los antiniebla a sus lados, no por repetido, en casi todos los modelos, le resta originalidad.
La silueta lateral del Toyota RAV4 está muy marcada por la alta lÃnea de cintura en progresión desde el primer pilar, que, por cierto, ha sido adelantado para ganar en visión panorámica, la zona invisible del pilar central y los poderosos pasos de rueda que se desmarcan de su zona de la carrocerÃa con un leve saliente para realzar músculo.
La trasera es de dominio absoluto del portón, ahora de apertura de abajo a arriba, en lugar de hacia un lado como en el modelo anterior, y que en esta versión probada, ha sido de apertura automática, opcional, pero aconsejable ante lo leÃdo en pruebas de otros medios especializados que ponen el acento crÃtico en las dificultades de la opción manual. Este portón recoge también la
profusión de relieve del coche con un saliente de la chapa para desmarcarse de la zona acristalada.
La modificación de las cotas exteriores tiene inmediata traducción práctica en las condiciones de habitabilidad. Muy buenas en todas sus manifestaciones de confort, practicidad y modularidad. Los asientos son muy cómodos y ganan el plus de una banqueta alargada en dos centÃmetros, asà como mejoras en los ángulos de inclinación en los respaldos.
La segunda fila no juega a los equÃvocos habituales con la plaza central y puede asentarse cualquiera con la misma calificación de comodidad que en las laterales.
El maletero es otra de las piezas en las que se ha jugado a los guiños de berlina familiar, pues da para unos sorprendentes, tratándose de un todoterrenos, 547 litros, con 100 de añadido bajo el suelo, siempre que se opte por renunciar a la rueda de repuesto tradicional y se prefiera un kit antipinchazos. De cualquier forma, ese habitáculo oculto aloja perfectamente una quinta rueda, por si las moscas.
Sobre esos parámetros en el estándar de las cinco plazas, la segunda fila es abatible en la porción 60:40 y deja espacio para una carga de 1.167 litros bajo un suelo plano.
La comodidad y practicidad para los pasajeros choca con la disposición que en el interior se ha hecho de los instrumentos de navegación, un poco puestos al buen tuntún. Tampoco es acertada la relevancia que se da a los relojes del cuentakilómetros y cuentarrevoluciones de visión dificultosa, y el manejo del ordenador de a bordo, requiere tiempo para familiarizarse con una clasificación de funciones un tanto compleja.
Eso sÃ, este RAV4 deja buen sabor de boca en la percepción de calidad de los materiales, ajustada y sin excesos, al tiempo que sorprende con algún elemento decorativo original como un nuevo saliente acolchado, en la parte baja del salpicadero hacia la zona del acompañante, que llama la atención.
La motorización de prueba ha correspondido a la versión diesel D-4D de 2.2 litros y potencia de 150 CV, la tope en este ciclo, y que se oferta exclusivamente con tracción y la doble posibilidad de caja manual o automática. En este caso, la primera.
Un buen motor, silencioso, bastante expeditivo en las reacciones desde muy abajo, aunque se torna ya muy perezoso desde las 4.000 vueltas. Funciona con total solvencia a bajo régimen y hay que dejarle caer mucho la tensión para que se perciban ahogos. En definitiva mueve con total garantÃa una importante masa de más de 1.600 kilogramos, y en el campo, aun con la ausencia de la caja automática, tiene el suficiente empuje para sortear obstáculos de bastante dificultad.
El motor opera con dos ejes de equilibrado accionados por tijeras y una tapa de la culata de resina, para eliminar vibraciones. A este iniciativa de ingenierÃa se une un bloque de cilindros de aluminio y la integración de bombas de agua y aceite dentro de la cadena de aluminio, para lograr reducir peso.
No está entre sus virtudes, el consumo, pues en prueba se ha dejado una media muy próxima a los ocho litros y es difÃcil verle bajar de siete en carretera y de diez en ciudad.
La nota más favorable del Toyota RAV4 bien puede estar en una circulación de rango superior, de pisada sólida en todo momento, de nobleza intachable en el juego de los apoyos y las trazadas.
El fabricante nipón ha revisado la flexibilidad del tren delantero, con una mayor rigidez del soporte del estabilizador, que transmite una mayor suavidad a la dirección. Por su parte, en la suspensión trasera, también se han ejercido ajustes en la flexibilidad y se ha aumentado el diámetro de las barras estabilizadoras.
A los cambios no ha escapado el sistema de tracción integral, en este nuevo modelo adaptado en el control del par 4x4 a un sistema de conducción dinámica, en vez del sistema de conducción activa de la generación anterior.
La nueva función mantiene de la anterior los mismos controles de arranque, de conducción normal, del modo bloqueo y del control de frenada y agrega un control de viraje que adapta el par de las ruedas traseras para obtener el mejor rendimiento en curvas, con una distribución más adecuada de la fuerza de tracción entre ambos trenes.
Toyota no presume de coches baratos, amparada en la excelente fiabilidad de sus modelos y el nuevo RAV4 no rompe, desde luego, la fama bien ganada; más bien, todo lo contrario, la afianza. Sà hay que pagar un poco más, pero se puede hacer con total confianza.
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