El estilo está en consonancia con la pauta estética, lo que se acompaña con una actualización de motor y complementos para un vehÃculo que tiene su cuna en la factorÃa de Palencia, con sangre muy española.
Para 2014, y aunque se pueda adivinar que durante el año la marca francesa vivirá con sus berlinas una transición hacia un 2015 repleto de sorpresas, Renault ha reducido su gama de cinco a tres modelos, que a juicio de la compañÃa simplifica la elección, pero no es menos cierto que asà ha logrado aumentar su equipamiento de forma notable.
Los tres niveles de equipamiento, Life, GT Style y Bose, concentran la nueva oferta. Este último nivel, Bose, es el punto álgido de la gama y el protagonista esta prueba, en conjunción con el motor 1.2 TCe en su configuración más novedosa, la de 130 CV.
Esta combinación rescata las mejores esencias de un vehÃculo que pretende no abandonar su condición de lÃder de ventas -en marzo recuperó la vanguardia en matriculaciones-, además de codearse con sus competidores que cada vez, en motor y complementos, se aproximan a su condición de preferido por los compradores españoles.
Desde Palencia, y con una cadencia prodigiosa de un Megane cada 56 segundos, Renault exporta este modelo a todo el mundo, incluyendo a la vecina Francia.
Esta cuestión fabril es un orgullo, sin duda, y ciertamente desde las cadenas de montaje palentinas y sus decenas de robots se ha moldeado un Megane con notables cambios estéticos -más modernos y dinámicos que el coche de 2008- y, sobre todo los obrados bajo el capó y tras el escondite del maquillaje de su carrocerÃa.
La razón estética también para la berlina del Megane surgió de la mesa de trabajo del diseñador Laurens van den Acker. Este ingeniero holandés, que dio un salto desde Mazda y lleva ya un lustro ligado a Renault, ha equilibrado la gama completa del Megane, en consonancia con el trabajo ya hecho con anterioridad con los modelos Clio y Captur.
En el caso concreto del nuevo Megane, la huella de Van den Acker se hace visible en el exterior desde su concepto medular `Live`, su sentido elevado y coherencia estética en la lÃnea preferencial de Bose (como huella de sonido) fundamentalmente en el interior; perseverancia en la esencia familiar y con los toques de modernidad y deportividad en una senda preferencialmente masculina.
Sobre estos últimos conceptos, el Megane ha cambiado su antifaz, y desde ese prisma la dinámica desempeña un papel principal. Solo en el frontal externo el cambio es radical: el rombo marca de la casa aumenta su dimensión y presencia vertical; un paragolpes integrado estéticamente, nueva rejillas de aireación, luces diurnas Leds, llantas de aleación de 17 pulgadas y faros elÃpticos y alargados dinámicamente hacia los laterales.
El resultado es, a simple vista, un `lifting` de modernidad. Pero el Megane TCe no limita sus cambios a las apariencias externas. Tanto en su interior, habitabilidad y motorización, el Megane no deja indiferente a los sentidos: visualmente agrada, el tacto en pedales y volante (en cuero y anatómico) desvela un motor atractivo y brioso, los sonidos atemperan la conducción, la comodidad y ergonomÃa se acrecienta en los asientos delanteros -no tanto en los posteriores de reposacabezas muy rÃgido- y la seguridad se transmite independientemente de la vÃa por la que se circule.
Sobre esta última cuestión, la amortiguación se muestra muy bien afinada en las carreteras más reviradas y de firme irregular, suave hasta alcanzar los lÃmites del máximo confort en autovÃas y absolutamente entregada en autopistas para que el conductor apenas interrumpa el placer por la conducción segura.
La dirección eléctrica con asistencia variable quizá deja al Megane TCe 1.2 excesivamente rÃgido, pero la garantÃa de respuesta no cabe dudas cuando al vehÃculo se le exige rapidez de movimientos y respuesta ante los obstáculos del trazado.
No obstante, aunque mejorada con el paso del tiempo, la dirección eléctrica sigue transmitiendo poca información sobre la exacta posición de giro de las ruedas.
En la conducción turÃstica no supone grandes problemas salvo un leve grado de imprecisión en lÃnea recta, pero sà cuando se opta por un estilo más dinámico, cuando es necesario tener más control sobre la posición de las ruedas de dirección para evitar que se acentúen los subvirajes naturales en este tracción delantera.
Un capÃtulo muy destacado en este Megane es el motor, perfecto sÃmbolo del imperante `downsizing` en toda la industria del automóvil, con el objetivo de obtener una significativa reducción de los consumos y de las emisiones, pero sin perder la emoción de las prestaciones.
Y ¿como se hace?. Pues el secreto radica en las modernas sobrealimentaciones, bien mediante compresores volumétricos o turbocompresores, en conjunto con algunas ayudas extras, como la inyección directa o las tecnologÃas de materiales que han reducido las fricciones internas de los motores.
La sobrealimentación es especialmente sobresaliente en un motor tan compacto como este 1.2, del que se obtienen 130 caballos que en algunos trances tienen cualidades deportivas.
La capacidad de respuesta en adelantamientos y otras exigencias dotan al Megane de las prestaciones de un coche deportivo, para después, sometido rendimientos bajos, este Megane regresa a la pausa, a la atemperación de sonidos y a la conducción sosegada sobre todo cuando se usa la sexta velocidad.
En ciudad, el Megane sorprenderá por la suavidad en la evolución del motor y en la acústica, ya que se torna casi imperceptible, lo que deja espacio a un equipo de sonido de alto nivel (Bose Sound System con MP3, Bluetooth y Pulg & Music), que tiene un papel estelar con 8 altavoces que hacen un buen reparto en todo el habitáculo.
En carretera, el bastidor del Megane siempre ha mostrado un alto nivel de ejecución en todo tipo de recorridos. Con los ajustes de conveniencia según las prestaciones de la planta motriz (el Megane puede admitir potencias cercanas a los 300 caballos sin saturación para el chasis), este compacto siempre exhibe un alto nivel en las respuestas en curva.
En este caso, la marca ha logrado un coche de respuestas neutras, aunque su tendencia natural es subviradora (tira de morro) con inclinaciones de carrocerÃa leves. La sensación para el conductor, una vez metido en las trazadas, es la de tener, bajo los pies, un coche en el que se puede confiar, que admite errores de guiado sin consecuencias.
Los frenos en la caracterÃsticas respuesta de los Renault de última generación. Hay que tener cuidado con la presión sobre el pedal, porque un exceso va a ser interpretado por el sistema como una acción de emergencia y va a ayudarnos a frenar un poco más, con la consiguiente sorpresa y hasta exceso de energÃa.
En las curvas, ya está apuntado, la dirección no termina de transmitir con claridad la posición de las ruedas delanteras. Es fácil descubrir en la salida de la trazada que tenemos la dirección demasiado metida hacia el interior de la curva, lo que obliga a correcciones que no deberÃan producirse.
En relación con la cuestión siempre espinosa del consumo, el fabricante del Megane TCe 130 cifra éste en 5,4 litros a los 100 kilómetros en ciclo combinado. La realidad dispara ligeramente esas cifras en autovÃa si no se presta la debida atención al cuentarevoluciones y al cambio, y más lejos en ciudad.
No obstante, el vehÃculo cuenta como contrapeso para obtener una mejor relación de consumo con el informador Eco en la pantalla del navegador y el sistema Stop&Start para ciudad.
Esta pantalla, medular en el salpicadero, despliega toda la información posible al conductor en cuanto a información externa e interna, navegación con un TomTom muy efectivo y con radares de proximidad, con complejidades, eso sÃ, para la sintonización de emisoras de radio.
Lo cierto es que Renault, en cuanto a la equipación del Megane TCe 130, no ha limitado esfuerzos ni recursos para elevar a este vehÃculo a los estándares de la competencia.
En ayudas a la conducción destacan el sistema de alerta de cambio de carril y un interesante asistente de luz en carretera, que anula la larga al detectar la cercanÃa de otro vehÃculo.
La estrategia de vitaminar el producto es un hecho gracias al cual mantiene a este modelo en una buena posición en el mercado, que puede amplificar gracias a unos precios que tradicionalmente se muestran competitivos, aunque en este caso se sitúan en la parte alta de su competidores más directos.
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