En 2019 únicamente 2 equipos siguieron el más importante de los campeonatos regionales, el que otrora fuera ‘Santo y Seña’ del automovilismo nacional. Tirando hacia atrás, más de lo mismo. Incluso en las que pensamos fueron temporadas épicas con las batallas entre Concepción-Viera, Cruz-Capdevila, etc… apenas dos o tres equipos se jugaban el tÃtulo. Y no por descarte deportivo tras los resultados de las primeras pruebas, sino porque eran los únicos con opciones al mismo desde la primera prueba.
Varios factores entran en juego para esta triste situación, no nos vamos a engañar. Por un lado, el deporte del motor es caro… carÃsimo, únicamente al alcance de equipos con un elevadÃsimo nivel de patrocinio y/o mecenazgo. Pero también influye una reglamentación ambigua y desfasada, a todas luces poco apropiada para el momento actual.
Los GTs, y en particular los Porsche 911, han sido los ‘reyes’ del asfalto canario a falta de monturas más competitivas en la última década, con el exclusivo permiso de algún WRC y el cacareado R5+ del pasado año. Tanto uno como otro han sido ‘rara avis’, exclusividades que egoÃstamente aportan un espectáculo espontáneo y temporal, pero nada o casi nada a un campeonato que busca la repercusión social.
Urge, repito ¡urge! que la afición regrese a las orillas de la carretera a ver los tramos cronometrados. El deporte del motor peligra seriamente y quien no quiera o pueda verlo tiene un grave problema. La solución más sencilla y seguramente eficaz en este momento sea dar amparo a un campeonato con 10 o 12 coches técnicamente iguales, donde todos partan con la misma reglamentación sin ambigüedades, interpretaciones o artimañas posibles.
Que alguien me rebata que el campeonato lo único que necesita son 10 o 12 ‘R5’ en la parrilla de salida de cualquier rallye para ser, por sà solo, el foco de atención de aficionados y medios de comunicación generalistas ese fin de semana. Entonces será cuestión de meses –y algo de buen hacer, por supuesto- la llegada del patrocinio de calidad a todos los estamentos, como el deportivo y el federativo. Porque pensar en que una única unidad pata negra, superior al resto de competidores, sea tanto o más atractiva que una docena de rivales batiéndose el cobre por el scratch en cada tramo, es de imbécil.
A dÃa de hoy, está confirmada la presencia de 12 ‘R5’ en el asfalto si la asamblea de la FCA aporta por fin algo de cordura y sensatez en sus decisiones, amparando el que este tipo de vehÃculos sea el referente. Paridas como el R5+ , WRC u otras fórmulas partidistas, no llevarán más que al éxito efÃmero y tóxico. Justo lo que no necesita cualquier campeonato que se precie.
Es el momento, sin duda, de convertirnos en un deporte con mayúsculas. Un motor deportivo en toda regla, donde cuente la valÃa personal y deportiva por encima del egocentrismo y el infinito afán de conquista sin más atributos que los meramente económicos.
¿Qué queremos?
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