Prueba del Skoda Rapid 1.4 TSI 122 CV DSG: un señuelo de ventas.

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Angel Alonso - Publicado el 19/02/13

2 comentarios

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Skoda es una marca, a la que el Grupo Volkswagen, que la tutela, le ha concedido la capacidad de expansión por los mercados emergentes, cosa que no ha sucedido con la marca española del mismo consorcio, lo que explica en buena parte la posibilidad real de llegar a esa cifra en los plazos marcados.

Desde luego, este Skoda Rapid tiene argumentos para llevar a la firma de la flecha alada a uno de los puestos relevantes de la industria automovilística; primero, por su concepto de coche familiar de tres cuerpos, un tipo de vehículo muy demandado en esos mercados en desarrollo; segundo, porque se apropia de una
inteligente combinación entre calidad y precios, que son una alternativa más que válida a las reticencias de los consumidores en una fase de crisis como la actual.

Skoda ha colocado al Rapid entre el Fabia y el Octavia, con lo que se erige en la opción del segmento compacto de la marca y para ello ha medido unas cotas que lo encuadran perfectamente en sus parámetros.

Pero como una de las grandes opciones del Rapid reside en la habitabilidad. La distancia entre ejes se prolonga sobremanera, hasta el punto de que es superior a la del primer y segundo Octavia, un coche que ya en su tiempo llamó la atención por sus cánones de habitabilidad.

Cierto, pues los espacios habilitados para rodillas y cabeza de los pasajeros avala un alto grado de comodidad y un buen número de kilómetros por delante. Pero si hay que destacar una dimensión espectacular es la de capacidad de carga del maletero, con unos sobresalientes 550 litros, lo que ahonda en sus condicionantes familiares y viajeros.

El tacto y la morfología de los asientos es de una comodidad sin más apelativos, aunque recogen bastante bien la zona troncal y dorsal de los ocupantes. Asimismo, apelar a la condición de berlina de cinco pasajeros, como hace la marca, parece un tanto arriesgada, pues la segunda fila, con el trío ocupante que dibujan las banquetas, obliga a una colocación bastante forzada, si de adultos se trata.

Skoda juega la baza de una sencillez sublime en la intuición de los dispositivos y la visibilidad de los elementos de funcionamiento queda perfectamente al alcance del primer repaso visual. La percepción del interior es bastante aceptable, pese a la presencia de algún que otro plástico duro.

Este interior, funcional, y hasta con detalles estéticos sencillos, pero refinados, tiene un leve contrapunto en que no ha logrado un aislamiento de la sonoridad completo y deja traslucir algún runruneo motriz y leves ruidos aerodinámicos.

De cal y de arena hay a la hora de analizar algunos detalles. En la primera, la dotación de un raspador de hielo en el interior de la tapa del depósito de la gasolina, o una papelera en la puerta delantera, o un lugar ex profeso, de fácil acceso, para guardar el chaleco reflectante, o la conversión de la moqueta en superficie de goma resistente a la suciedad. En la segunda, la carencia de los automatismos de luces limpiaparabrisas y la ausencia de una luz que ilumine el interior de la guantera.

La marca checa ha dotado en su forma externa al Rapid de un dibujo, lógicamente, muy similar al del Seat Toledo, pero el hábil reparto de los elementos diferenciadores como parrilla y el nuevo logotipo, le conceden un sello personal de marca que enseguida se aprecia.

La parte delantera es un compendio más de la sencillez del dibujo del coche, con la parrilla clásica de la firma, el nuevo logotipo de la flecha alada bien resaltado en el centro del capó y éste con una leve inclinación y la típica nervadura central. A ambos lados los faros adoptan una forma rectangular y debajo las luces antiniebla con otra geometría sencilla dan un toque elegante.

Por el lateral, se ven muchos guiños del Octavia y el marco de puertas y ventanas se desliza con un trazo muy clásico y limpio de berlina tricuerpo. Una llantas de perfil bajo y multirrado en la versión probada le conceden una sugerencia deportiva que ya es difícil encontrar en otros contextos del coche.

La trasera la domina por completo el portón que en la tarea de su apertura arrastra la luneta trasera, lo que conlleva a una boca de carga colosal, pero también muy pesada a la hora de alzarla. A sus lados, unos pilotos sin excesiva originalidad en su forma.

Mover la versión ensayada ha sido cuestión del motor gasolina 1.4 TSI de 122 CV, único que equipa la caja de cambios automática basada en las leyes del doble embrague, DSG, de siete relaciones.

Este propulsor puede presumir de una finura proverbial, suave en su funcionamiento, una suavidad que ya se aprecia en el arranque, con un sonido muy tenue. En comportamiento deja en el debe del balance su escasa consistencia en las recuperaciones por debajo de las 2.000 vueltas y luego, aunque retoma un grado de repuesta aceptable, queda algo en entredicho abordando subidas algo
pronunciadas. Asegurarse una respuesta aceptable provoca llevarle por encima de las 3.000 revoluciones.

Del consumo hay que destacar el registro contenido que en prueba rondó los 7,5 litros. Es muy sobrio en carretera siempre que el acelerador se contenga lo preciso, porque los apretones pasan factura de inmediato. En cualquier caso, es un factor económico en positivo.

Resulta ya reiterativo hablar de la caja de cambios del Grupo Volkswagen DSG, una transmisión automática que ha contribuido a cambiar muy significativamente el talante del usuario respecto a los automatismos en este campo. Da gusto disfrutarla, tanto en su versión de seis como de siete relaciones, que es el caso de este Rapid.

El Skoda Rapid rueda francamente bien, con aplomo y seguridad en cualquier circunstancia y equilibra de forma notable los apoyos en las trazadas de curvas muy cerradas, sin descomponer la figura. Puede llegar a apreciarse una leve dureza en las suspensiones que ha recurrido al sistema McPherson en el eje delantero y al multibrazo en el trasero.

Con la dirección, uno se queda con un tacto algo áspero en los movimientos del volante, pero en eficiencia queda con buena nota. Los frenos apuntan algo de esponjosidad, pero actúan con energía.

Los precios encontrarán la aceptación óptima en las reticencias de la crisis con las promociones y descuentos que haga la marca, porque el punto de partida del precio de venta al público queda un poco elevado y rompe con ese propósito inicial de luchar contra la desconfianza del consumidor. No queda otra que los descuentos importantes, máxime si el Rapid es el modelo a tomar el relevo del Octavia en el colectivo de los taxistas, un empresariado autónomo especialmente abofeteado por la recesión.

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COMENTARIOS

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1	\| 13/03/2013 a las 1:43:54
	buenas noches he sido fiel sequidora de la informacion del carro compacto skoda rapid 1-4 aqui en venezuela estoy interesada saber donde debo dirijirme para comprar uno

2	David \| 11/04/2013 a las 5:16:22
	Los cambios dsg dan problemas porque la mayoría de talleres oficiales no les hace bien el mantenimiento, cuando te digan que tienes que cambiar la caja y que te van a soplar 2000euros verás la gracia que hace.

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