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Pruebas Prueba del Audi Q3 2.0 TDI 150CV: para lo que se nos preste.
Tras probar el nuevo Audi Q3 nos queda claro porqué los SUV o Crossover están tan de moda y es que, como dice el dicho: igual sirve para un roto que para un descosido. Urbano, rutero, campero, cómodo, deportivo, lujoso, práctico, capaz,... pocos adjetivos no encajan en él.
Juan José Llanos (MotorCanario.com) - Publicado el 19/11/15
El primer todoterreno de Audi fue lanzado en el 2006, denominado Q7 y de proporciones majestuosas. Curiosamente, tal y como demandaba el mercado, Audi fue "miniaturizando" su Q7 lanzando el Q5 primero y finalmente el Q3. Todo un ejercicio de racionalización impuesto por el mercado. Y cuanto más pequeño, más cosmopolita y menos rural se convertía.
El Q3 comparte plataforma -como es habitual- con otros congéneres del grupo Volkswagen, y también como es norma en Audi se enarbolan virtudes como la calidad de acabados, tecnología y confort.
En sus líneas exteriores no reniega de sus orígenes, hasta el punto de ser difícil de distinguir con su hermano mayor el Q5. Tiene presencia, más si la versión equipa el acabado S-line y las preciosas llantas de 20" como la unidad de nuestra prueba. Los cromados son discretos pero evidentes y el aspecto general es de una exquisita sobriedad.
Tales argumentos estilísticos se prorrogan en el interior, donde la calidad de los materiales escogidos son dignos de elogio, especialmente en la parte media y superior del salpicadero. Tras la maravillosa experiencia de manejar la climatización en el nuevo TT, nos llama la atención la pródiga botonería relacionada del Q3. Hubiera sido un buen momento para adaptarla.
Gracias al amplísimo equipamiento de nuestra unidad, pudimos comprobar las excelencias del equipo de sonido BOSE o el navegador, por ejemplo.
Los asientos, tapizados en piel, son cómodos hasta decir basta y sorprendentemente capaces en la fila trasera para alojar hasta tres pasajeros adultos. Nos sorprendió este aspecto, sin duda.
Subidos a un coche así, lo primero en que piensas es en arrancarlo y comenzar a devorar kilómetros. Dicho y hecho: el motor 2.0 TDI arranca inmediatamente y, salvo en frío, pasa prácticamente desapercibido con las ventanillas cerradas. Situamos la palanca del cambio DSG en posición D y arrancamos. El inicio es suave, como cabe esperar de un modelo de estas características. El cambio, de siete relaciones, va engranando marchas rápidamente con unos desarrollos tirando a cortos, más propios de un gasolina que de un diesel. Esto hace la conducción mucho más gratificante.
En ciudad y a baja velocidad el Q3 se mueve con soltura, respondiendo inmediatamente a las solicitudes del conductor y desenvolviéndose maravillosamente entre el tráfico. En autopista, el largo desarrollo de la séptima velocidad permite ir al límite de velocidad legal a menos de 2.000 rpm, con lo que apenas estorba el inevitable ruido de rodadura de los "rodillos" de 20 pulgadas que lleva por llanta.
Pero es en carretera donde el Q3 da lo mejor de sí, con una respuesta razonablemente deportiva. Su dirección es precisa, los frenos potentes y el motor es suficiente para empezar a percibir buenas sensaciones. Todo ello con una suspensión de perfecto equilibrio entre confort y deportividad.
El Q3 convence desde un primer momento y es difícil encontrarle un pero, ni siquiera en consumos pues es relativamente sencillo mantenerse en condiciones reales por debajo de los 7 litros, aún si se trata de la versión Quattro como la de nuestra prueba.
En resumen, el Q3 cumple sobradamente con las necesidades de cualquier mortal, siempre que no se lleven al extremo: lo suficientemente compacto como para no ser un estorbo en ciudad, pero lo suficientemente amplio como para alojar en su interior a cinco adultos; prestaciones y comportamiento más que apropiado en carretera, así como ciertas aptitudes camperas poco exigentes; lujo y calidad presentes, pero si ostentación; ... una auténtica delicia de coche.
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