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Pruebas Prueba del Toyota C-HR Hybrid 2020: puliendo el diamante de la categoría.
Fotos: Santi Reyes.
Cuando un vehículo es redondo se mire por donde se mire, lo mejor que puede hacer un fabricante durante la vida útil del mismo es tocarlo poco. Precisamente es lo que ha hecho Toyota con su mejor producto, el C-HR, que en la mitad de su vida comercial recibe una ligera actualización que le permite mantenerse en lo más alto del segmento más caníbal de la actualidad.
Desde que se desvelara como concepto en aquel Salón del Automóvil de París de 2014 (ver vídeo) y posteriormente fuese lanzado al mercado en 2017, el Toyota C-HR ha sido sin duda un caso de éxito propio de ser estudiado en cualquier escuela de negocio. Con un diseño muy personal e inconfundible, ha conseguido conquistar a un amplio abanico de público que va desde jóvenes solteros a jubilados.
El frontal es la zona más conservadora de todo el conjunto, pero destaca por una acertadísima combinación de líneas horizontales y verticales. La boca de refrigeración, de forma trapezoidal, aporta carácter y fuerza, mientas la línea lumínica –full led de nuevo diseño- estiliza con elegancia el conjunto. La visión lateral es la más singular, con una silueta a mitad de camino entre un SUV y un Coupé -pero Coupé de verdad, no de boquilla-. Los pasos de rueda ensanchados suman más músculo y la ausencia de manecillas en las puertas traseras ahondan en la sensación de estar ante un automóvil muy especial. Finalmente, la vista trasera está dominada por unas ópticas con diseño de boomerang, unidas entre sí y por un alerón que se prolonga desde el techo y remata la línea deportiva del C-HR.
En Canarias, el C-HR está disponible con 4 niveles de acabado, que están disponibles en función de la mecánica que escojamos. En el caso de la versión probada se trataba del 125H en acabado Agua, que suma al equipamiento común a toda la gama, las llantas de aleación de 18”, faros full LED, retrovisores bitono y cristales tintados.
De serie, el equipamiento de seguridad es completísimo, incluyendo Control de Estabilidad y Control de Tracción, Asistente de Arranque en Pendientes, Control de Presión de Neumáticos, E-call, Monitor de Ángulo Muerto, Advertencia de Tráfico Posterior, 7 Airbags, Sistema de Alerta de Colisión Frontal y Detección de Peatones, Advertencia de Salida de Carril, Luces Largas Automáticas y Reconocimiento de Señales de Tráfico.
Por tanto, el C-HR cuenta con todo el equipamiento deseable y ahora además cuenta con su principal talón de Aquiles en este sentido: la compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay. Hablando del sistema multimedia, ahora la pantalla central tiene botones físicos para el acceso directo a las funciones principales, lo cual muchos usuarios agradecerán. El sistema en general funciona de forma fluida, y permite acceder a los diferentes menús de forma intuitiva.
El equipo de sonido es un excepcional JBL con 576 watios, que suena de maravilla. Los acabados interiores han sido también sutiles pero eficazmente actualizados. Ahora hay más zonas con tacto blando y las contrapuertas tienen un tramado en forma de diamante muy atractivo. En general, la calidad de realización es excelente y los ajustes perfectos.
En lo referente a la mecánica, el C-HR probado corresponde a la versión híbrida de menor potencia, que es la que hasta ahora estaba disponible. Como novedad, se puede optar a una versión más potente. Este 125H sigue bridando una potencia conjunta del sistema híbrido de 122 CV, pero gracias a una optimización de la gestión da la sensación de rendir mejor. No hacen falta muchos kilómetros para darte cuenta que se ha optimizado el funcionamiento en la mayoría de situaciones. Desde recorridos urbanos a trayectos en autopistas, el C-HR es más previsible y por qué no decirlo, ‘agradable’ en el sonido que desprende su motor térmico.
Sigue siendo especialmente parco en consumo, sobre todo en ciudad y alrededores. Ahí es fácil bajar de los 5 litros sin esfuerzo alguno y a poco que nos empeñemos lograremos coquetear con los 4 litros a los 100 kms. En autopista o a ritmo ligero, su ventaja sobre otros modelos de propulsión convencional desaparece, pero siempre está al nivel de los mejores en ese sentido. Lo habitual será obtener un consumo entre un 20 y un 30% inferior al de otros competidores sin hibridación.
Nos hemos guardado para el final un apartado en el que el C-HR de Toyota sigue brillando, como es el del comportamiento y tacto general de conducción. Quizás no sea el objetivo principal de este modelo, por concepto o público al que va dirigido, pero la realidad es que rueda de forma similar a la que lo haría un compacto medio. Me atrevería a decir que mejor incluso que muchos de ellos y, sin duda, es de los mejores SUVs en este apartado –si no el mejor-. A la dirección únicamente le faltaría un pelín más de capacidad de generar información de lo que sucede en el asfalto, pero más allá de ello las suspensiones cuentan con un tarado perfecto, en franco en sus apoyos y muestra una agilidad destacable. Es de los pocos modelos de su categoría con los que no te sientes incómodo a ritmo vivo en una carretera de curvas. ¡Y sobrarían dedos de una mano para enumerar modelos similares!
En definitiva, el C-HR sigue siendo la opción fetiche entre los suyos, se llamen SUV, Crossover o como quiera que se inventen términos.
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