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A finales de los años setenta y toda la década de los ochenta en Canarias, y concretamente en Tenerife, la afición al automovilismo deportivo, al margen de un enorme crecimiento, estuvo en efervescencia, fue el caldo de cultivo para lo que más tarde fue el automovilismo canario. Este deporte en Canarias se extendió como la pólvora y su afición paso a ser una de las mejores, si no la mejor en aquella época, y más prolíficas aficiones del automovilismo de competición de España.

En aquellos tiempos, el automovilismo de nuestra tierra, al amparo del Real Automóvil Club de Tenerife (RACT), con su, entonces joven, presidente D. Juan Farizo al frente, otro enamorado recalcitrante de este deporte, siempre estuvo presto y dispuesto a colaborar y ayudar al automovilismo. Surgían clubs, escuderías, se inauguraban campeonatos, aparecían por doquier organizadores y todo y todos en Tenerife, con el denominador común de una celebridad importante como persona, muy solidario como compañero y único como amigo. Siempre con su innato

buen humor por bandera, siempre con el automovilismo en el horizonte de sus pensamientos y como símbolo personal en su vida, su tierra natal Tenerife. En el parasol de sus coches de carreras siempre hubo una constante, nunca tuvo publicidad, en el parasol únicamente había una palabra, TENERIFE.

Ahora por fin, y a pesar de los políticos, parece, de momento que se le hará justicia a Francisco a nivel institucional, en el ámbito social y deportivo con el reconocimiento que por trayectoria, afición y méritos propios mereció y merece esa medalla al mérito deportivo a título póstumo que el Gobierno de Canarias, por fin, ha tenido a bien concederle. Dice el refranero español que “nunca es tarde si la dicha es buena”. En este caso, si al fin se la dan, la aplicación del refranero encajaría perfectamente.

También y por iniciativa de “alguien muy allegado a Francisco”, parece ser que junto con un grupo de amigos, están intentando hacer algo muy significativo para que perdure la memoria de Francisco.

Podría ser instalado un busto de Francisco en un lugar muy significativo del automovilismo tinerfeño, que bien pude ser en los aledaños del conocidísimo Kiosco Numancia, más conocido como el kiosco de la gasolina. La ubicación a día de hoy no está decidida, evidentemente tiene mucho que decir la concejala de urbanismo del Ayuntamiento de Santa Cruz, aunque el proyecto tiene visos de ser realidad en un futuro muy próximo.

Las vivencias junto a Francisco en el automovilismo deportivo fueron innumerables, tanto en Canarias como fuera del archipiélago, siempre de una forma u otra, con el automovilismo de competición por medio.

Profesionalmente Francisco era gerente de la empresa familiar de automoción Hernández Hermanos, era piloto, era mecánico, era organizador, fue Presiente de la Federación Tinerfeña de Automovilismo. Todo lo que de alguna manera estuviese relacionado con el automovilismo deportivo allí estaba él. Como máximo responsable de Hernández Hermanos fue el paño de lágrimas de muchos pilotos de aquella época, desde el poder de su cargo en la empresa, y siendo él piloto, siempre ayudó por y para el automovilismo.

En el taller de Hernández Hermanos de Santa Cruz de Tenerife, en los bajos del Concesionario, nos juntábamos gran parte de “los aficionados de los coches”. En aquel inolvidable taller, el Sunbeam Talbot Lotus, aquel inolvidable TF-8118-I, era la estrella de los vehículos que aquel taller acogía, todo bajo la supervisión y mando del recientemente desaparecido, el entrañable y muy querido maestro Servando con El Salopa, Manolin el gomero, Toñin el chispa y todo el querido grupo que formaban el equipo de HH Competición, se daban cita en aquel venerado “templo-taller” del automovilismo en Santa Cruz de Tenerife.

Francisco fue uno de los precursores del automovilismo en Canarias, siempre que salió a competir fuera de las islas llevó con orgullo a Canarias por bandera y a su Tenerife natal como estandarte.

Han pasado muchos años, hoy desde la distancia física pero con la cercanía que da el afecto y el cariño, dos íntimos amigos de Francisco de aquella época, aparte del inmenso y cariñoso recuerdo, desde estas líneas queremos rendirle nuestro personal y humilde homenaje sumándonos a todo lo que se le haga, tanto desde organismos oficiales, como desde el anonimato y los amigos, se le rinda a la memoria de Francisco.

Los dos que firmamos estas letras fuimos durante muchos años fieles testigos de la pasión que desde muy joven Francisco tuvo para este deporte y aunque no hacía falta, a los dos nos impregnó y contagió, tanto su enorme afición, como su pasión por el automovilismo de competición.



Juntos tenemos miles de anécdotas y vivencias, tanto en el archipiélago canario, como fuera de él, en la península, en Madeira, en Portugal, en el Reino Unido, en Alemania… que con el pasar del tiempo se recuerdan con tremenda nostalgia y cariño. La vida sigue, pero personas como Francisco han dejado una profunda huella, tanto por su humanidad como por su hombría de bien, en su efímero y rápido paso por esta vida.

A día de hoy, a pesar del tiempo transcurrido desde su marcha, es de justicia recordarle con el respeto, el afecto y el cariño que mereció y sigue mereciendo su memoria.

Inolvidable Francisco, allá donde estés recibe el inmenso y cariñoso recuerdo con el profundo sentimiento y pesar por haberte marchado demasiado pronto. Hasta siempre.

Tus amigos: Alicio Romero y Juan J. Bustos.

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