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Mecánica Las preguntas más frecuentes sobre los embragues hidráulicos.
La mecánica de los automóviles ha evolucionado mucho con el paso de los años. Al contrario que hace décadas, donde las diferentes piezas del coche contaban con un único tipo o, como mucho, dos, ahora se puede encontrar un sinfín de opciones en el mercado. Todo ello ha contribuido a que muchos conductores estén interesados en las evoluciones que se producen en el sector.
Uno de los más claros ejemplos son los embragues. En sus inicios, solo había los de tipo mecánico, que accionaban su sistema a través de un cable. Ahora, años más tarde, ha aparecido una versión que está ganando mucho protagonismo: el embrague hidráulico. Sin embargo, muchas personas tienen aun dudas sobre cuál es mejor para el coche.
El embrague es un sistema que se utiliza principalmente en vehículos para acoplar y desacoplar el motor de transmisión de forma suave y eficiente. La gran diferencia del hidráulico con respecto al mecánico, es que en lugar de trabajar con un cable, realiza esta función con un fluido que transmite la fuerza necesaria para llevar a cabo los cambios de marcha.
¿Cuáles son los componentes del embrague hidráulico y cómo funciona?
Este tipo de embrague consta de seis partes diferentes. La primera, es el pedal, que el conductor pisa para iniciar el proceso de desacoplamiento del motor. A continuación, vendría el cilindro maestro, que se encarga de convertir esa acción en el pedal en presión hidráulica que va hacia el cilindro esclavo, a través de unas tuberías o mangueras conocidas como líneas hidráulicas.
La parte conocida como cilindro esclavo recibe ese fluido y lo usa para mover el mecanismo de desacoplamiento, que se produce con el cojinete de desembrague. Por último, el disco de embrague y plato de presión son los elementos que se acoplan y desacoplan para permitir o interrumpir la transferencia de potencia del motor a la transmisión.
Ventajas y desventajas del embrague hidráulico
Los principales beneficios de este tipo de componente residen que lleva a cabo la transmisión de una forma mucho más suave que los embragues mecánicos. Este hecho acaba desembocando en un menor desgaste de sus componentes, lo que permite que las piezas tengan una mayor vida útil. A eso se puede sumar que da una sensación de control más preciso, con una respuesta más consistente, y que se trata de un tipo de embrague que se auto compensa, sin necesidad de intervención mecánica.
Por el lado negativo, cabe destacar en que una vez que hay que llevar a cabo algún tipo de reparación en este componente, resulta mucho más complicado que uno mecánico. Evidentemente los beneficios antes comentados también repercuten en su precio, y en una dependencia absoluta del fluido hidráulico, que en el caso de ser contaminado podría acarrear un problema grave. Por último, hay que señalar que existe un riesgo de fuga en las líneas hidráulicas, lo que podría acabar provocando un fallo en el sistema de embrague.
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