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Pruebas Toyota C-HR Plug-In Hybrid: a la medida de todos.
Con la llegada del nuevo C-HR, Toyota ha aprovechado para hacerlo más eléctrico y el resultado parece ser óptimo tras probarlo a fondo durante varios días. Analizamos los principales argumentos del superventas de la marca japonesa en este artículo.
Juan José Llanos (MotorCanario.com) - Publicado el 31/10/24
Toyota lanzó el C-HR de primera generación en el año 2017, en pleno fervor por los SUVs y sin que cualidades como el comportamiento en carretera, el coste de mantenimiento y, sobre todo, el consumo, fueran hándicaps para venderse como churros. Pero el fabricante japonés líder quiso hacer un SUV compacto, económico de mantener, espartano en consumo y un comportamiento muy próximo al de un compacto. ¡Y lo logró! convirtiéndose además en uno de los modelos más vendidos del mercado durante todo su ciclo de vida.
Tal fue el éxito que había recelo en actualizarlo a una nueva generación, pero era evidente que tenía que llegar. Y 2024 fue el año, aunque con unas líneas generales continuistas en el exterior y un acabado más lujoso en el interior. Con ambos factores sobre la mesa, tan solo fue necesario lanzarlo con dos versiones a elegir: Hybrid y Plug-In Hybrid. Una elección por parte de Toyota que parece acertada ya que los eléctricos puros no terminan de convencer al grueso de clientes potenciales. Y porque la realidad es que con 60 kilómetros de autonomía eléctrica en la versión Plug-In se pueden completar la mayoría de recorridos diarios del español medio.
Dicho todo esto, ¿qué nos ofrece el actual C-HR? A modo de resumen decir que nos ha dejado un excelente sabor de boca. Los años no pasan en balde y el nuevo modelo supera con creces la calidad de acabado de la anterior generación. Ahora abundan los materiales de tacto blando y una percepción excelente en cada botón, en cada mando. En líneas generales está más cerca de Lexus que nunca, lo cual es todo un piropo.
En detalle, esta versión Plug-In Hybrid dispone de un motor térmico de cuatro cilindros y 152 CV, al que se suma otro motor eléctrico de 163 CV alimentado por una batería de 13,8 kWh. Con semejante potencia en la parte eléctrica, lo normal es que mientras hay carga en la batería se circule en modo 100% eléctrico. Casi nunca hace falta la potencia extra del motor térmico. No obstante, cuando el C-HR empieza a ‘quemar gasolina’ lo hace pasando casi desapercibido por completo, salvo en aceleraciones máximas donde, eso sí, ahora es todo mucho más pausado y sosegado que antes. Atrás queda esa sensación de sobre revolución de anteriores generaciones de híbridos.
Durante la conducción, sea en ciudad, carretera o autopista, la impresión general es la de conducir un coche de un segmento superior. El aplomo, confort y silencio de rodadura es destacable y gracias a un magnífico equipo de sonido JBL que equipaba la versión probada, cualquier viaje puede ser una grata experiencia.
En cuanto a consumos, ninguna sorpresa. El C-HR sigue siendo un coche frugal, hasta el punto de desconcertar. Por supuesto que, si realizamos las recargas eléctricas en casa con una tarifa adecuada, podemos hacer ‘casi gratis’ 60 kms diarios. Y no hablemos si disponemos de placas solares. Pero aún terminando la reserva eléctrica y teniendo que tirar del depósito de gasolina, lo normal es movernos entre los 5 y los 5,5 litros.
En una época como la actual, en la que nos quieren ‘meter por los ojos’ que ‘solo lo eléctrico sirve’, este híbrido enchufable de Toyota se muestra como la opción más eficaz y razonable de todas aunque obviamente no esté al alcance de cualquier bolsillo. Pero hablar de precios es hacerlo del mal que afecta a la automoción, y por lo tanto lo único que podemos hacer es comparar con la competencia. El C-HR de Toyota brilla ante ella por una calidad real y percibida excepcional, prácticamente a la altura de los premium, pero con un precio sensiblemente inferior.
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